1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Quizás el holocausto de esta noche

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por Sarastro, 14 de Septiembre de 2009. Respuestas: 2 | Visitas: 388

  1. Sarastro

    Sarastro Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    30 de Agosto de 2006
    Mensajes:
    22
    Me gusta recibidos:
    5
    Quizás el holocausto de esta noche
    pueda abarcar el odio de mil vidas,
    quizá pueda encontrarme entre los cuerpos
    putrefactos de amor en la trinchera
    y acongojar enteco mis historias
    con tenedores de cieno y rastrojos.

    Quizás
    el álamo de horror surja esmirriado
    en esta noche pálida sin lunas,
    en este ardor eterno, arrebatado
    al infierno, al dolor que nunca acaba,
    desde los piélagos del norte, gigantescas
    ubres de sal y conchas encendidas,
    leche vivificante
    que amamantó a mi padre,
    a mis tíos,
    a mis abuelos;
    en el norte, donde
    aquella vez
    se me extraviaron,
    entre castillos de arena y toallas,
    mis ilusiones de hermano que apaga
    la luz del cuarto, todas estas noches
    pálidas
    sin lunas.

    ¿Y qué es la vida sino caracolas?
    ¿Y qué es el tiempo sino carne a medias?
    ¿Qué son los ojos, que son las miradas?
    ¿El cabello de aromas sin mesura?
    Solo ilusiones. Solo
    maravillas.
    Inalcanzables ansias de infinito.
    Paroxismos fugaces de amargura.
    Mi fracaso.
    Lo que ya no me permite ser
    hombre
    en esta tierra.

    Un cadáver que sale de la cama
    hacia la cocina, calienta un poco de leche
    en el microondas
    con sus manos muertas
    hace tiempo.
    Café agitado con la cucharilla.
    Pan tostado los lunes y los viernes
    y los fines de semana.
    Galletas el resto de los días.
    La radio atronadora. Su sonido,
    rebota en las paredes. No se inmuta.
    Moja el pan en la taza y es como si
    estuviera mojando sus deseos.
    El agua hirviente le dora la carne.
    Ya no le crece el pelo, por fortuna.
    Así no se lo peina ni se afeita.
    Ni las uñas de los pies. No tiene
    que cortárselas.
    El traje nuevo de su cumpleaños.
    No tiene que dar besos en mejillas.
    ¡Venga! ¡A la calle! ¡Sal, no te lo pienses!
    ¡Vive la vida, pon una sonrisa!
    Cierra la celda, no olvides las vueltas
    de llave
    no vaya a ser que no te roben nada.
    La mierda,
    La mierda que me habla. Yo la escucho.
    Cadáver con un traje de amapolas.
    Portazo.
    Guillotina instantánea de placeres.

    Quizás el holocausto de esta noche,
    alunada escudera de desastres,
    no quiera confiarme más secretos.
    Quizás el día,
    infalible verdugo de ilusiones,
    me traiga los despojos de las nubes
    y con ellos mi reflejo palpitante,
    recordatorio de tiempos lejanos,
    de aquellos días cuando me inundaba,
    junto a mi hermano,
    de sal abrasadora y verdadera.
    Tela y sombrillas, ombligos al aire,
    el mar que dio la vida a mis ancestros.
    Tierra de gaitas y de sol y amparo
    al calor del hogar. Fuera, gaviotas.
    Un faro que ilumina el mar en calma.
    Tiempos lejanos.
    Noches henchidas de luna e infancia.

    Y ahora, asfalto y lodo.
    Solo entre mugre de ojos que rezuma
    apariencia, interés, falsos halagos.
    ¿Y qué te queda ahora, cruel poeta?
    ¿Y qué te queda? Ya te lo advertimos.
    No hiciste caso. No nos escuchaste.
    ¿A qué ser generoso y destruirte?
    ¿A qué querer ser de oro? ¿No ves, Alex,

    que tu destino es ser un dios de plata?
    ¿No te das cuenta de que ya han cerrado?
    Vuelve mañana, quizás haya suerte.
    Pero no creo.
    Inclina la cabeza y sigue andando.
    ¡Ahora sonríe! ¡La vida es preciosa!
    Noches henchidas de inocencia y lunas.
    Gaitas entre la niebla. Astilleros.
    Los monstruos acerados que me asustan.
    Mi hermano que los mira y que se asombra: ¡Jo!
    ¡Vaya barcos!
    La lonja, de la mano de mi madre.
    ¡Mira, mamá, qué ojos! ¡Ese pez
    es de mentira!
    El abuelo, meciendo sus combates
    y sus historias de guerras antiguas.
    El mercadillo, harto de colores
    y de acentos extraños.
    Hay pulpo los domingos; luego, feria.
    Y en Compostela,
    abrazado al Apóstol ya no hay miedo.
    ¡Paparruchas! ¡Nada más que se trata
    de un niño que sueña! ¡Mira el ahora
    y el futuro! ¡Madura!
    ¡Que ya eres hombre! ¡Sienta la cabeza!
    ¡Y déjate de historias infantiles!
    Abrazado al Apóstol cierro los ojos:
    Quiero ser el más fuerte
    Y sonrío.

    Quizás el holocausto de esta noche
    me trate bien y se lo lleve todo.
    Quizás no vengan más estos recuerdos, quizás
    la aurora sea mortaja de los cisnes.
    Yo ahora
    no quiero continuar este poema.
    Lo que realmente deseo es fundirme
    en la noche, antes de que me invada
    con su llamada añil de un mar proscrito.
     
    #1
    Última modificación: 14 de Septiembre de 2009
    A Principe Negro y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. Principe Negro

    Principe Negro Todas mis mentes estan retorcidas.

    Se incorporó:
    24 de Diciembre de 2005
    Mensajes:
    5.646
    Me gusta recibidos:
    206
    desplomarce, mirar el espejo y sus memorias, sentir las heridas de la vida y crecer...la vida es una metamorfosis, del dolor se aprende, duele la noche de la oruga, pero sale el sol pronto...y es menester estrenar nuevas alas y sueños y volar...
     
    #2
  3. Principe Negro

    Principe Negro Todas mis mentes estan retorcidas.

    Se incorporó:
    24 de Diciembre de 2005
    Mensajes:
    5.646
    Me gusta recibidos:
    206
    Un poema muy, muy hermoso, aplausos!
     
    #3

Comparte esta página