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Caramelo

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por José Cornejo Valadez, 9 de Diciembre de 2006. Respuestas: 1 | Visitas: 757

  1. José Cornejo Valadez

    José Cornejo Valadez Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    22 de Julio de 2006
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    De sol y gente rebosa el ruedo,
    ya la cuadrilla camina quedo
    luciendo toda su plata y oro
    y el escarlata de su percal...
    La reja se abre, penetra el toro
    a su destino, siempre fatal.

    La turba aplaude al sereno diestro
    que al coso sale y cita al astado
    con un soberbio paso maestro;
    y el noble bruto, inmovilizado
    mira a las gradas, donde al abrigo
    del sol radiante,
    está el infante
    que ha sido siempre su único amigo.

    Pero en la sangre circula fuego
    y hace el coraje y la valentía
    que un rojo manto le deje ciego
    y se abalanza con gallardía.
    ¡Brota el estruendo en la gradería
    ebria de sangre, corriendo a mares
    por sus ijares,
    y al diestro aplauden su maestría!

    Del toro siempre exigen nobleza,
    no les importa su sufrimiento,
    fuerza, bravura, temple, belleza;
    quieren que embista con más fiereza
    así se alargue su cruel tormento...
    El niño llora, la bestia brama,
    la gente aúlla, el torero grita
    y con su rojo percal incita
    a quien su innato valor derrama.

    Al fin se cansa de andar siguiendo
    el rojo trapo, y al niño mira;
    en las mejillas le ve corriendo
    un río de llanto. La tarde expira
    ya y tiene el cielo
    color de sangre como en el suelo
    que cae del lomo donde borbota,
    y en ese sitio, como cuchillas
    un hombre clava unas banderillas...

    La noble bestia de rabia explota,
    los belfos gimen, más sangre brota
    cayendo a chorros sobre la arena,
    y del dolor casi enloquecido
    de nuevo embiste a quien va vestido
    todo de escamas como sirena...
    -o0o-
    En una hacienda de la comarca,
    hace ya tiempo, junto a una charca
    en una noche de cruel tormenta,
    donde los rayos enceguecían
    y continuadamente caían
    en una forma dura y violenta,
    nació; la madre cayó del cerro
    donde pariera, al temor sumisa,
    débil y torpe por primeriza
    cayó rodando, y así el becerro
    solo y perdido en la noche oscura,
    de miedo y frío titiritaba,
    porque la madre lo abandonada
    ante una vida muy insegura.

    Con sumo esfuerzo dio sus primeros
    pasos sin ver donde iba pisando,
    su buena suerte lo fue acercando
    hacia una choza que en los linderos
    del bosque estaba;
    la luz sombría
    que despedía
    rompía la niebla que lo abrazaba.

    A sus mugidos de miedo, un niño
    salió y en un efusivo abrazo
    cubrió su cara con el regazo
    y supo entonces lo que es cariño.
    La leche tibia lamió de un cubo,
    y a los cuidados de aquel chicuelo
    muy pronto fuerte el torillo estuvo,
    lleno de noble vigor y celo.

    Pero el muchacho no era su amo
    y de la hacienda, el patrón, un día
    llegó a la choza donde vivía
    con la justicia de su reclamo;
    el toro brama, el niño llora,
    el dueño calla y atado a un lazo
    lleva al becerro sin hacer caso
    de aquel que gime y aquel que implora...

    Y era valiente el torillo aquel
    de pecho grande y mirada fiel,
    porque dos veces salió indultado
    por su bravura y por su nobleza;
    nadie, jamás, por su gran fiereza
    su lomo hirsuto le ha acariciado.

    Y, sin embargo, cuando regresa
    de gloria lleno por la contienda
    y se ve libre en la gran hacienda,
    corre veloz hasta aquel riachuelo
    limpio, escondido en el bosque espeso
    y humildemente recibe un beso
    y un tierno abrazo del rapazuelo.

    Y aunque increíble parezca, el mozo
    monta en el lomo de Caramelo
    y le acaricia el testuz sedoso...
    -o0o-
    Un empresario vio el gran negocio
    y al hacendado ofreció ser socio
    para montar bajo de una tienda
    un espectáculo nunca antes visto;
    debía enfrentar en mortal contienda
    al bravo toro, y se había previsto
    a dos rivales: un tigre, un león.
    Se hizo el anuncio con tal revuelo
    que antes del duelo
    era ya un éxito la función...

    El espectáculo fue denigrante:
    tres inocentes bestias salvajes,
    nobles, bravías; en la gigante
    jaula de acero fueron metidas;
    no habría rendidos ni vasallajes,
    era matar por salvar sus vidas.

    Dos con las garras y los colmillos,
    uno con cuernos como cuchillos;
    la lucha larga fue, y muy sangrienta,
    brutal e hipnótica; cuando acabó
    -la jaula roja, la arena cruenta-
    sólo uno de ellos de pie quedó...
    -o0o-
    Pero la gloria
    nadie recuerda, sólo la historia;
    y hoy en el ruedo, sin compasión,
    cayó en la arena ya ensangrentada
    con una absurda y filosa espada
    atravesándole el corazón...

    El niño salta la barda y corre
    y besa al toro que está muriendo
    y, llanto y sangre, los dos gimiendo
    ¡oh, que esta infamia jamás se borre!
    Se miran honda y serenamente:
    el niño rota la fe en la gente,
    la noble bestia con gran terneza,
    muriendo luego, con la cabeza
    entre los brazos del inocente...
     
    #1
  2. Maria Poeta

    Maria Poeta Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    8 de Diciembre de 2006
    Mensajes:
    7
    Me gusta recibidos:
    0
    Bello, tanto por su rima como por ser distinto. No fue sino hasta que vi tu edad que entendí su originalidad.
    Cae bien de vez en cuando la diferencia.
    Ahora que tienes 59, ¿Te dedicas a la poesia?. Si no es asi, felicidades. De ser asi, ¿Quien te dijo que no eras bueno para esto?. Le haces muy bien.
    Feliz día.
     
    #2

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