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Francisco de Quevedo

Tema en 'Biblioteca de Poética Clásica (Poetas famosos)' comenzado por lobo111, 5 de Mayo de 2013. Respuestas: 4 | Visitas: 9727

  1. lobo111

    lobo111 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 15801 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645), conocido como Francisco de Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española y es especialmente conocido por su obra poética, aunque también escribió obras narrativas y obras dramáticas.
    Ostentó los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago.
    Biografía
    Quevedo nació en Madrid en el seno de una familia de hidalgos provenientes de la aldea de Vejorís (Santiurde de Toranzo), en las montañas de Cantabria. Fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de septiembre de 1580. Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio. Su madre, María de Santibáñez, era dama de la reina, y su padre, Pedro Gómez de Quevedo, era el secretario de la hermana del rey Felipe II, María de Austria. Huérfano de padre a los seis años, le nombraron por tutor a un pariente lejano, Agustín de Villanueva. En 1591 falleció su hermano Pedro. Pasó al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en lo que hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid. y estudió Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la Corte en Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo, que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora bajo seudónimo (Miguel de Musa) o no, y el poeta cordobés detectó con rapidez al joven que minaba su reputación y ganaba fama a su costa, de forma que decidió atacarlo con una serie de poemas; Quevedo le contestó y ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cisne cordobés, quien dejó en estos versos constancia de la deuda que Quevedo le tenía contraída.

    Musa que sopla y no inspira
    y sabe que es lo traidor
    poner los dedos mejor
    en mi bolsa que en su lira,
    no es de Apolo, que es mentira.

    Quevedo también se aproximó a la prosa escribiendo como juego cortesano, en el que lo más importante era exhibir ingenio, la primera versión manuscrita de una novela picaresca, La vida del Buscón, y un cierto número de cortos opúsculos burlescos que le ganaron cierta celebridad entre los estudiantes y de los que habría de renegar en su edad madura como travesuras de juventud; igualmente por esas fechas sostiene un muy erudito intercambio epistolar con el humanista Justo Lipsio, deplorando las guerras que estremecen Europa, según puede verse en el Epistolario reunido por Luis Astrana Marín. En 1600 fallece su madre, María Santibáñez. Hacia 1604 intenta explorar nuevos caminos métricos creando un libro de silvas que no terminó, a imitación de las de Publio Papinio Estacio, combinando versos de siete y once sílabas libremente; en 1605 fallece su hermana María.

    Vuelta la Corte a Madrid, arriba a ella Quevedo en 1606 y reside allí hasta 1611 entregado a las letras; escribe cuatro de sus Sueños y diversas sátiras breves en prosa; obras de erudición bíblica como su comentario Lágrimas de Jeremías castellanas; una defensa de los estudios humanísticos en España, la España defendida; y una obra política, el Discurso de las privanzas, así como lírica amorosa y satírica. Se gana la amistad de Félix Lope de Vega (hay numerosos elogios a Quevedo en los libros de Rimas del Fénix y Quevedo aprobó las Rimas humanas y divinas, de Tomé Burguillos, heterónimo del Fénix), así como de Miguel de Cervantes (se le alaba en el Viaje del Parnaso del alcalaíno y Quevedo corresponde en la Perinola), con quienes estaba en la Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento; por el contrario, atacó sin piedad a los dramaturgos Juan Ruiz de Alarcón, cuyos defectos físicos le hacían gracia (era pelirrojo y jorobado), siendo él mismo deforme, así como Juan Pérez de Montalbán, hijo de un librero con el que Quevedo tuvo ciertas disputas. Contra este último escribió La Perinola, cruel sátira de su libro misceláneo Para todos. Sin embargo, el más atacado sin duda fue Luis de Góngora, al que dirigió una serie de terribles sátiras acusándole de ser un sacerdote indigno, homosexual, escritor sucio y oscuro, entregado a la baraja e indecente. Quevedo, descaradamente, violentaba la relación metiéndose hasta con su aspecto (como en su sátira A una nariz, en la que se ensaña con el apéndice nasal de Góngora, pues en la época se creía que el rasgo físico más acusado de los judíos era ser narigudos). En su descargo, cabe decir que Góngora le correspondió casi con la misma violencia. Por entonces estrecha una gran amistad con el grande Pedro Téllez-Girón, el Gran Duque de Osuna, al que acompañará como secretario a Italia en 1613, desempeñando diversas comisiones para él que le llevaron a Niza, Venecia y finalmente de vuelta a Madrid, donde se integrará en el entorno del Duque de Lerma, siempre con el propósito de conseguir a su amigo el Duque de Osuna el nombramiento de virrey de Nápoles, lo que al fin logrará en 1616.

    Vuelto a Italia de nuevo con el Duque, éste le encargó dirigir y organizar la Hacienda del Virreinato, desempeñando otras misiones, algunas relacionadas con el espionaje a la República de Venecia, aunque no directamente como se ha creído hasta hace poco, y obtiene en recompensa el hábito de Santiago en 1618.

    Caído el grande Osuna, Quevedo es arrastrado también como uno de sus hombres de confianza y se le destierra en 1620 a la Torre de Juan Abad (Ciudad Real), cuyo señorío había comprado su madre con todos sus ahorros para él antes de fallecer. Los vecinos del lugar, sin embargo, no reconocieron esa compra y Quevedo pleiteará interminablemente con el concejo, si bien el pleito sólo se resolverá a su favor tras su muerte, en la persona de su heredero y sobrino Pedro Alderete. Llegado allí a lomos de su jaca «Scoto», llamada así por lo sutil que era, como cuenta en un romance, y aislado ya de las tormentosas intrigas cortesanas, a solas con su conciencia, escribirá Quevedo algunas de sus mejores poesías, como el soneto «Retirado a la paz de estos desiertos...» o «Son las torres de Joray...» y hallará consuelo a sus ambiciones cortesanas y su desgarrón afectivo en la doctrina estoica de Séneca, cuyas obras estudia y comenta, convirtiéndose en uno de los principales exponentes del neoestoicismo español. Completa el número de sus Sueños y redacta tratados políticos como Política de Dios, morales como Virtud militante y dos sátiras extensas: Discurso de todos los diablos y La hora de todos. Tomó parte muy activa en la controversia sobre el patronato de España con dos obras: Memorial por el patronato de Santiago y Su espada por Santiago, 1628. La cuestión se había suscitado cuando una reforma del Breviario Romano en el siglo XVII no citó la predicación y enterramiento de Santiago en España, lo que provocó un cruce de cartas y presiones que duró treinta y dos años hasta conseguir su revocación; el asunto se reavivó cuando se pretendió otorgar el patronazgo de España a santa Teresa de Jesús, lo que acabó por convertirse en una auténtica batalla de intelectuales en pro de una u otro, y Quevedo, bastante misógino, se inclinó por el santo guerrero Santiago.

    La entronización de Felipe IV supuso para Quevedo el levantamiento de su castigo, la vuelta a la política y grandes esperanzas ante el nuevo valimiento del Conde Duque de Olivares. Quevedo acompaña al joven rey en viajes a Andalucía y Aragón, algunas de cuyas divertidas incidencias cuenta en interesantes cartas. Por entonces denuncia sus obras a la Inquisición, ya que los libreros habían impreso sin su permiso muchas de sus piezas satíricas que corrían manuscritas haciéndose ricos a su costa. Quevedo quiso asustarlos y espantarlos de esa manera y preparar el camino a una edición definitiva de sus obras que nunca llegó a aparecer. Por otro lado, lleva una vida privada algo desordenada de solterón: fuma mucho, frecuenta las tabernas (Góngora le achaca ser un borracho consumado y en un poema satírico se le llama don Francisco de Quebebo) y frecuenta los lupanares, pese a que vive amancebado con una tal Ledesma. Sin embargo, es nombrado incluso secretario del monarca, en 1632, lo que supuso la cumbre en su carrera cortesana. Era un puesto sujeto a todo tipo de presiones: su amigo, el Duque de Medinaceli, es hostigado por su mujer para que lo obligue a casarse contra su voluntad con doña Esperanza de Mendoza, señora de Cetina, viuda y con hijos, y el matrimonio, realizado en 1634, apenas dura tres meses. En contrapartida, son años de una febril actividad creativa. En 1634 publica La cuna y la sepultura y la traducción de La introducción a la vida devota de Francisco de Sales; de entre 1633 y 1635 datan obras como De los remedios de cualquier fortuna, el Epicteto, Virtud militante, Las cuatro fantasmas, la segunda parte de Política de Dios, la Visita y anatomía de la cabeza del cardenal Richelieu o la Carta a Luis XIII. En 1635 aparece en Valencia el más importante de uno de los numerosos libelos destinados a difamarle, El tribunal de la justa venganza, erigido contra los escritos de Francisco de Quevedo, maestro de errores, doctor en desvergüenzas, licenciado en bufonerías, bachiller en suciedades, catedrático de vicios y protodiablo entre los hombres.

    En 1639, con motivo de un memorial aparecido bajo la servilleta del Rey Sacra, católica, cesárea, real Majestad..., donde se denuncia la política del Conde-Duque, se le detuvo, se confiscan sus libros y, sin apenas vestirse, es llevado al frío Convento de San Marcos en León hasta la caída del valido y su retirada a Loeches en 1643. En el monasterio Quevedo se dedicó a la lectura, como cuenta en la Carta moral e instructiva, escrita a su amigo, Adán de la Parra, pintándole por horas su prisión y la vida que en ella hacía:

    Desde las diez a las once rezo algunas devociones, y desde esta hora a la de las doce leo en buenos y malos autores; porque no hay ningún libro, por despreciable que sea, que no tenga alguna cosa buena, como ni algún lunar el de mejor nota. Catulo tiene sus errores, Marcus Fabius Quintilianus sus arrogancias, Cicerón algún absurdo, Séneca bastante confusión; y en fin, Homero sus cegueras, y el satírico Juvenal sus desbarros; sin que le falten a Egecias algunos conceptos, a Sidonio medianas sutilezas, a Ennodio acierto en algunas comparaciones, y a Aristarco, con ser tan insulsísimo, propiedad en bastantes ejemplos. De unos y de otros procuro aprovecharme de los malos para no seguirlos, y de los buenos para procurar imitarlos.

    Pero Quevedo había salido ya del encierro, en 1643, achacoso y muy enfermo, y renuncia a la Corte para retirarse definitivamente en la Torre de Juan Abad. Es en sus cercanías, y tras escribir en su última carta que «hay cosas que sólo son un nombre y una figura», fallece en el convento de los padres dominicos de Villanueva de los Infantes, el 8 de septiembre de 1645. Se cuenta que su tumba fue profanada días después por un caballero que deseaba tener las espuelas de oro con que había sido enterrado y que dicho caballero murió al poco en justo castigo por tal atrevimiento. En 2009, sus restos fueron identificados en la cripta de Santo Tomás de la iglesia de San Andrés Apóstol de la misma ciudad.

    Sus obras fueron muy mal recogidas y editadas por el humanista José Antonio González de Salas, quien no tiene empacho en retocar los textos, en 1648: El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve Musas, pero es la edición más fiable; peor es la edición del sobrino de Quevedo y destinatario de su herencia, Pedro Alderete, en 1670: Las tres Musas últimas castellanas; en el siglo XX José Manuel Blecua las ha editado con rigor.

    En 1663 se imprimió la primera biografía de Francisco de Quevedo, la de Pablo Antonio de Tarsia, abundante en anécdotas; posteriormente vendrán las de Aureliano Fernández Guerra en el siglo XIX, donde se le pinta como un hombre de estado, y la de Jauralde Pou (1998) en el siglo XX.
    Análisis de su obra
    Lo más original de la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo barroco y por lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de ingenio con las palabras mediante el abuso de la anfibología. Amante de la retórica, ensayó a veces un estilo oratorio lleno de simetrías, antítesis e isocola que lució más que nunca en su Marco Bruto. De léxico muy abundante, creó además muchos neologismos por derivación, composición y estereotipia y flexibilizó notablemente el mecanismo de la aposición especificativa en castellano («clérigo cerbatana, zapatos galeones...»), mecanismo que los escritores barrocos posteriores imitaron de él. En su sátira se acerca a veces a la estética del expresionismo al degradar a las personas mediante la reificación o cosificación, y la animalización. Se ha señalado, además, como un rasgo característico de su verso, la esticomitía, esto es, la tendencia a transformar cada verso en una sentencia de sentido completo, lo cual hace a sus poemas muy densos de significado, como era prioritario en su poética, radicada en los principios del conceptismo barroco.

    La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero como ya apercibió el abate José Marchena sus sátiras están mal dirigidas y, aunque consciente de las causas verdaderas de la decadencia general, es para él más un mero ejercicio de estilo que otra cosa y se vierte contra el bajo pueblo más que contra la nobleza, en lo cual no tuvo el atrevimiento de, por ejemplo, el otro gran satírico de su época, Juan de Tassis y Peralta, segundo Conde de Villamediana. Cultivó también una fina lírica cortesana realizando un cancionero petrarquista en temas, estilo y tópicos, prácticamente perfecto en técnica y fondo, en torno a la figura de Lisi, que no hay que identificar como se ha querido con ninguna dama concreta, sino con un arquetipo quintaesenciado de mujer. Destacan sobre todo sus sonetos metafísicos y sus salmos, donde se expone su más íntimo desconsuelo existencial. La visión que da su filosofía es profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. El cauce preferido para la abundante vena satírica de que hizo gala es sobre todo el romance, pero también la letrilla («Poderoso caballero es Don Dinero»), vehículo de una crítica social a la que no se le esconden los motivos más profundos de la decadencia de España, y el soneto. Abominó de la estética del Culteranismo cuyo líder, Luis de Góngora, fue violentamente atacado por Quevedo en sátiras personales. Contra la pedantería y obscuridad que le imputaba se propuso también editar las obras de los poetas renacentistas Francisco de la Torre y Fray Luis de León.

    La poesía amorosa de Quevedo, considerada la más importante del siglo XVII, es la producción más paradójica del autor: misántropo y misógino, fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió numerosos poemas amorosos (se conservan más de doscientos), dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda descartado. Su obra cumbre en este género es, sin duda, su «Amor constante más allá de la muerte».
    AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    sombra, que me llevare el blanco día,
    y podrá desatar esta alma mía
    hora, a su afán ansioso linsojera;

    mas no de esotra parte en la ribera
    dejará la memoria en donde ardía;
    nadar sabe mi llama la agua fría,
    y perder el respeto a ley severa;

    Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
    venas que humor a tanto fuego han dado,
    médulas que han gloriosamente ardido,

    su cuerpo dejarán, no su cuidado;
    serán ceniza, mas tendrán sentido.
    Polvo serán, mas polvo enamorado.



    DEFINIENDO EL AMOR

    Es hielo abrasador, es fuego helado,
    es herida, que duele y no se siente,
    es un soñado bien, un mal presente,
    es un breve descanso muy cansado.

    Es un descuido, que nos da cuidado,
    un cobarde, con nombre de valiente,
    un andar solitario entre la gente,
    un amar solamente ser amado.

    Es una libertad encarcelada,
    que dura hasta el postrero paroxismo,
    enfermedad que crece si es curada.

    Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
    mirad cuál amistad tendrá con nada,
    el que en todo es contrario de sí mismo.



    ENSEÑA CÓMO TODAS LAS COSAS AVISAN DE LA MUERTE

    Miré los muros de la patria mía,
    si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
    de la carrera de la edad cansados,
    por quien caduca ya su valentía.

    Salíme al campo, vi que el sol bebía
    los arroyos del hielo desatados;
    y del monte quejosos los ganados,
    que con sombras hurtó la luz al día.

    Entré en mi casa: vi que amancillada
    de anciana habitación era despojos;
    mi báculo más corvo, y menos fuerte.

    Vencida de la edad sentí mi espada,
    y no hallé cosa en qué poner los ojos
    que no fuese recuerdo de la muerte.



    CON EJEMPLOS MUESTRA A FLORA LA BREVEDAD
    DE LA HERMOSURA, PARA NO MALOGRARLA

    La mocedad del año, la ambiciosa
    vergüenza del jardín, el encarnado
    oloroso rubí, tiro abreviado,
    también del año presunción hermosa:

    la ostentación lozana de la rosa,
    deidad del campo, estrella del cercado,
    el almendro en su propia flor nevado,
    que anticiparse a los calores osa:

    reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas
    de la hermosura y la soberbia humana,
    que a las leyes de flor está sujeta.

    Tu edad se pasará mientras lo dudas,
    de ayer te habrás de arrepentir mañana,
    y tarde, y con dolor, serás discreta.



    COMPARA EL DISCURSO DE SU AMOR CON EL
    DE UN ARROYO

    Torcido, desigual, blando y sonoro,
    te resbalas secreto entre las flores,
    hurtando la corriente a los calores,
    cano en la espuma, y rubio como el oro.

    En cristales dispensas tu tesoro,
    Líquido plectro a rústicos amores,
    y templando por cuerdas ruiseñores,
    te ríes de crecer, con lo que lloro.

    De vidrio en las lisonjas divertido,
    gozoso vas al monte, y despeñado
    espumoso encaneces con gemido.

    No de otro modo el corazón cuitado,
    a la prisión, al llanto se ha venido,
    alegre, inadvertido y confiado.



    CONOCE LAS FUERZAS DEL TIEMPO, Y EL
    SER EJECUTIVO COBRADOR DE LA MUERTE

    ¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
    ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!
    ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
    pues con callado pie todo lo igualas!

    Feroz de tierra el débil muro escalas,
    en quien lozana juventud se fía;
    mas ya mi corazón del postrer día
    atiende el vuelo, sin mirar las alas.

    ¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!
    ¡Que no puedo querer vivir mañana,
    sin la pensión de procurar mi muerte!

    Cualquier instante de la vida humana
    es nueva ejecución, con que me advierte
    cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.



    AMANTE DESESPERADO DEL PREMIO Y
    OBSTINADO EN AMAR

    Qué perezosos pies, que entretenidos
    pasos lleva la muerte por mis daños;
    el camino me alargan los engaños
    y en mí se escandalizan los perdidos.

    Mis ojos no se dan por entendidos,
    y por descaminar mis desengaños,
    me disimulan la verdad los años
    y les guardan el sueño a los sentidos.

    Del vientre a la prisión vine en naciendo,
    de la prisión iré al sepulcro amando,
    y siempre en el sepulcro estaré ardiendo.

    Cuantos plazos la muerte me va dando
    prolijidades son, que va creciendo,
    porque no acabe de morir penando.



    EXHORTA A LOS QUE AMAREN, QUE NO SIGAN
    LOS PASOS POR DONDE HA HECHO SU VIAJE

    Cargado voy de mí, veo delante
    muerte, que me amenaza la jornada:
    ir porfiando por la senda errada
    más de necio será que de constante.

    Si por su mal me sigue necio amante
    (que nunca es sola suerte desdichada),
    ¡ay!, vuelva en sí, y atrás, no dé pisada
    donde la dio tan ciego caminante.

    Ved cuán errado mi camino ha sido;
    cuán solo y triste y cuán desordenado,
    que nunca ansí le anduvo pie perdido:

    pues por no desandar lo caminado,
    viendo delante y cerca fin temido,
    con pasos, que otros huyen, le he buscado.



    AMANTE QUE HACE LECCIÓN PARA APRENDER
    A AMAR DE MAESTROS IRRACIONALES

    Músico llanto en lágrimas sonoras
    llora monte doblado en cueva fría,
    y destilando líquida armonía,
    hace las peñas cítaras canoras.

    Ameno y escondido a todas horas,
    en mucha sombra alberga poco día:
    no admite su silencio compañía,
    sólo a ti, solitario, cuando lloras.

    Son tu nombre, color, y voz doliente,
    señas más que de pájaro, de amante:
    puede aprender dolor de ti un ausente.

    Estudia en tu lamento y tu semblante
    gemidos este monte y esta frente:
    y tienes mi dolor por estudiante.



    A UNA DAMA QUE APAGÓ UNA BUJÍA,
    Y LA VOLVIÓ A ENCENDER EN EL HUMO SOPLANDO

    La lumbre, que murió de convencida
    con la luz de tus ojos, y apagada,
    por si en el humo se mostró enlutada,
    exequias de tu llama ennegrecida.

    Bien pudo blasonar su corta vida,
    que la venció beldad tan alentada,
    que con el firmamento en estacada
    rubrica en cada rayo una herida.

    Tú, que la diste muerte, ya piadosa
    de tu rigor, con ademán travieso
    la restituyes vida más hermosa.

    Resucitóla un soplo tuyo impreso
    en humo, que en tu boca es milagrosa,
    aura que nace con facción de beso.



    AFECTOS VARIOS DE SU CORAZÓN, FLUCTUANDO
    EN LAS ONDAS DE LOS CABELLOS DE LISI

    En crespa tempestad del oro undoso
    nada golfos de luz ardiente y pura
    mi corazón, sediento de hermosura,
    si el cabello deslazas generoso.


    Leandro en mar de fuego proceloso
    su amor ostenta, su vivir apura;
    Ícaro en senda de oro mal segura
    arde sus alas por morir glorioso.

    Con pretensión de fénix encendidas
    sus esperanzas, que difuntas lloro,
    intenta que su muerte engendre vidas.

    Avaro y rico, y pobre en el tesoro,
    el castigo y la hambre imita a Midas,
    Tántalo en fugitiva fuente de oro.



    A AMINTA, QUE TENIENDO UN CLAVEL EN LA BOCA,
    POR MORDERLE SE MORDIÓ LOS LABIOS, Y SALIÓ SANGRE

    Bastábale al clavel verse vencido
    del labio en que se vio, cuando esforzado
    con su propia vergüenza lo encarnado,
    a tu rubí se vio más parecido.

    Sin que en tu boca hermosa dividido
    fuese de blancas perlas granizado,
    pues tu enojo, con el equivocado,
    el labio por clavel dejó mordido.

    Si no cuidado de la sangre fuese,
    para que a presumir de tiria grana,
    de tu púrpura líquida aprendiese.

    Sangre vertió tu boca soberana,
    porque roja victoria amaneciese,
    llanto al clavel, y risa a la mañana.



    AMOR QUE, SIN DETENERSE EN EL AFECTO
    SENSITIVO, PASA AL INTELECTUAL

    Mandóme, ¡ay Fabio!, que la amase Flora
    y que no la quisiese, y mi cuidado
    obediente, y confuso, y mancillado,
    sin desearla, su belleza adora.

    Lo que el humano afecto siente, y llora,
    goza el entendimiento amartelado
    del espíritu eterno, encarcelado
    en el claustro mortal que le atesora.

    Amar es conocer virtud ardiente;
    querer es voluntad interesada,
    grosera, y descortés caducamente.

    El cuerpo es tierra, y lo será, y fue nada;
    de Dios procede a eternidad la mente,
    eterno amante soy de eterna arriada.



    EN VANO BUSCA LA TRANQUILIDAD EN EL AMOR

    A fugitivas sombras doy abrazos,
    en los sueños se cansa el alma mía;
    paso luchando a solas noche y día,
    con un trasgo que traigo entre mis brazos.

    Cuando le quiero más ceñir con lazos,
    y viendo mi sudor se me desvía,
    vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
    y temas con amor me hacen pedazos.

    Voyme a vengar en una imagen vana,
    que no se aparta de los ojos míos;
    búrlame, y de burlarme corre ufana.

    Empiézola a seguir, fáltanme bríos,
    y como de alcanzarla tengo gana,
    hago correr tras ella el llanto en ríos.



    RETRATO DE LISI QUE TRAÍA EN UNA SORTIJA

    En breve cárcel traigo aprisionado,
    con toda su familia de oro ardiente,
    el cerco de la luz resplandeciente,
    y grande imperio del amor cerrado.

    Traigo el campo que pacen estrellado
    las fieras altas de la piel luciente,
    y a escondidas del cielo y del Oriente,
    día de luz y parto mejorado.

    Traigo todas las Indias en mi mano,
    perlas que en un diamante por rubíes
    pronuncian con desdén sonoro hielo;

    y razonan tal vez fuego tirano,
    relámpagos de risa carmesíes,
    auroras, gala y presunción del cielo.



    LAMENTACIÓN AMOROSA Y POSTRERO
    SENTIMIENTO DEL AMANTE

    No me aflige morir, no he rehusado
    acabar de vivir, ni he pretendido
    alargar esta muerte, que ha nacido
    a un tiempo con la vida y el cuidado.

    Siento haber de dejar deshabitado
    cuerpo que amante espíritu ha ceñido,
    desierto un corazón siempre encendido
    donde todo el amor reinó hospedado.

    Señas me da mi ardor de fuego eterno,
    y de tan larga congojosa historia
    sólo será escritor mi llanto tierno.

    Lisi, estáme diciendo la memoria,
    que pues tu gloria la padezco infierno,
    que llame al padecer tormentos gloria.



    PERSEVERA EN LA EXAGERACIÓN DE SU
    AFECTO AMOROSO Y EN EL EXCESO DE SU PADECER

    En los claustros del alma la herida
    yace callada; mas consume hambrienta
    la vida, que en mis venas alimenta
    llama por las medulas extendida.

    Bebe el ardor hidrópica mi vida,
    que ya ceniza amante y macilenta,
    cadáver del incendio hermoso, ostenta
    su luz en humo y noche fallecida.

    La gente esquivo, y me es horror el día;
    dilato en largas voces negro llanto,
    que a sordo mar mi ardiente pena envía.

    A los suspiros di la voz del canto,
    la confusión inunda l'alma mía:
    mi corazón es reino del espanto.



    PROSIGUE EL MISMO ESTADO DE SUS AFECTOS

    Amor me ocupa el seso y los sentidos:
    absorto estoy en éxtasi amoroso,
    no me concede tregua ni reposo
    esta guerra civil de los nacidos.

    Explayóse el raudal de mis gemidos
    por el grande distrito, y doloroso
    del corazón, en su penar dichoso,
    y más memorias anegó en olvidos;

    todo soy ruinas, todo soy destrozos,
    escándalo funesto a lo amantes
    que fabrican de lástima sus gozos.

    Los que han de ser y los que fueron antes,
    estudien su salud en mis sollozos,
    y envidien mi dolor, si son constantes.



    A ROMA, SEPULTADA EN SUS RUINAS

    Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,
    y en Roma misma a Roma no la hallas:
    cadáver son las que ostentó murallas,
    y tumba de sí propio el Aventino.

    Yace, donde reinaba el Palatino;
    y limadas del tiempo las medallas,
    más se muestran destrozo a las batallas
    de las edades, que blasón latino.

    Sólo el Tíber quedó, cuya corriente,
    si ciudad la regó, ya sepultura
    la llora con funesto son doliente.

    ¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura
    huyó lo que era firme, y solamente
    lo fugitivo permanece y dura.



    MEMORIA INMORTAL DE DON PEDRO GIRÓN,
    DUQUE DE OSUNA

    Faltar pudo su patria al grande Osuna,
    pero no a su defensa sus hazañas;
    diéronle muerte y cárcel las Españas,
    de quien él hizo esclava la fortuna.

    Lloraron sus envidias una a una
    con las propias naciones las extrañas:
    su tumba son de Flandes las campañas,
    y su epitafio la sangrienta luna.

    En sus exequias encendió al Vesubio
    Parténope, y Trinacria al Mongibelo;
    el llanto militar creció en diluvio.

    Dióle el mejor lugar Marte en su cielo;
    la Mosa, el Rin, el Tajo y el Danubio
    murmuran con dolor su desconsuelo.



    AL REY DON FELIPE IV, EN OCASIÓN DE HABER
    SALIDO EN UN DÍA MUY LLUVIOSO A JUGAR CAÑAS,
    Y HABERSE SERENADO LUEGO EL CIELO

    Aquella frente augusta, que corona
    cuanto el mar cerca, cuanto el sol abriga,
    pues lo que no gobierna lo castiga
    Dios, con no sujetarlo a su persona;

    pudo, vistiendo a Flora y a Pomona,
    mandar que el tiempo sus colores siga,
    haciendo que el invierno se desdiga
    de los hielos y nieves que blasona.

    Pudo al sol, que al diciembre volvió mayo,
    volverle de envidioso al occidente
    la luz con ceño, el oro con desmayo.

    Correr galán, y fulminar valiente
    pudo; la caña en él, ser flecha y rayo;
    pudo Lope cantarle solamente.



    SÉNECA VUELVE A NERÓN LA RIQUEZA QUE LE HABÍA DADO

    Esta miseria, gran señor, honrosa,
    de la humana ambición alma dorada;
    esta pobreza ilustre acreditada,
    fatiga dulce, y inquietud preciosa;

    este metal de la color medrosa,
    y de la fuerza contra todo osada
    te vuelvo, que alta dádiva envidiada
    enferma la fortuna más dichosa.

    Recíbelo, Nerón, que en docta historia,
    más será recibirlo que fue darlo,
    y más seguridad en mí el volverlo:

    pues juzgarán, y te será más gloria,
    que diste oro a quien supo despreciarlo,
    para mostrar que supo merecerlo.



    RESPUESTA DE NERÓN A SÉNECA,
    NO ADMITIÉNDOLE LO QUE LE VOLVÍA

    Séneca, el responder hoy de repente
    a tu razonamiento prevenido,
    gloria es de tu enseñanza, que ha podido
    formar mi lengua contra ti elocuente.

    A lo que yo te debo, aun no es decente
    eso, que de mi mano has recibido;
    y para lo que a mi me debo, ha sido
    empezar a premiarte escasamente.

    Quieres a costa de la fama mía,
    que alaben tu modestia y tu templanza,
    y que acusen mi avara hidropesía.

    El premio, pues, debido a mi enseñanza
    goza, porque el volvérmelo este día,
    y no admitirle yo, nos sea alabanza.



    BURLA DE LOS QUE CON DONES QUIEREN
    GRANJEAR DEL CIELO PRETENSIONES INJUSTAS

    Para comprar los hados más propicios,
    como si la deidad vendible fuera,
    con el toro mejor de la ribera
    ofreces cautelosos sacrificios.

    Pides felicidades a tus vicios;
    para tu nave rica y usurera,
    viento tasado, y onda lisonjera,
    mereciéndole al golfo precipicios

    Porque exceda a la cuenta tu tesoro,
    a tu ambición, no a Júpiter engañas,
    que él cargó las montañas sobre el oro.

    Y cuando l'ara en sangre humosa bañas,
    tú miras las entrañas de tu toro,
    y Dios está mirando tus entrañas.



    LLAMA A LA MUERTE

    Ven ya, miedo de fuertes y de sabios,
    dirá la alma indignada con gemido
    debajo de las sombras, y el olvido
    beberán por demás mis secos labios.

    Por tal manera Curios, Decios, Fabios
    fueron: por tal ha de ir cuanto ha nacido;
    si quieres ser a alguno bien venido,
    trae con mi vida fin a mis agravios.

    Esta lágrima ardiente con que miro
    el negro cerco, que rodea mis ojos,
    naturaleza es, no sentimiento.

    Con el aire primero este suspiro
    empecé, y hoy le acaban mis enojos,
    porque me deba todo al monumento.



    REPITE LA FRAGILIDAD DE LA VIDA Y
    SEÑALA SUS ENGAÑOS Y SUS ENEMIGOS

    ¿Qué otra cosa es verdad, sino pobreza,
    en esta vida frágil y liviana?
    Los dos embates de la vida humana,
    desde la cuna son honra y riqueza.

    El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
    en horas fugitivas la devana;
    y en errado anhelar, siempre tirana,
    la fortuna fatiga su flaqueza.

    Vive muerte callada y divertida
    la vida misma; la salud es guerra
    de su propio alimento combatida.

    ¡Oh cuánto el hombre inadvertido yerra,
    que en tierra teme que caerá la vida,
    y no ve que en viviendo cayó en tierra!



    PIDE A DIOS LE DÉ LO QUE LE CONVIENE,
    CON SOSPECHA DE SUS PROPIOS DESEOS

    Un nuevo corazón, un hombre nuevo
    ha menester, Señor, la ánima mía,
    desnúdame de mí, que ser podría
    que a tu piedad pagase lo que debo.

    Dudosos pies por ciega noche llevo,
    que ya he llegado a aborrecer el día,
    y temo que hallaré la muerte fría
    envuelta en (bien que dulce) mortal cebo.

    Tu hacienda soy, tu imagen, Padre, he sido,
    y si no es tu interés, en mí no creo,
    que otra cosa defiende mi partido.

    Haz lo que pide verme cual me veo;
    no lo que pido yo, pues de perdido,
    recato mi salud de mi deseo.



    ENSEÑA A MORIR ANTES Y QUE LA MAYOR PARTE
    DE LA MUERTE ES LA VIDA Y ESTA NO SE SIENTE,
    Y LA MENOR, QUE ES EL ÚLTIMO SUSPIRO,
    ES LA QUE DA PENA.

    Señor don Juan, pues con la fiebre apenas
    se calienta la sangre desmayada,
    y por la mucha edad, desabrigada,
    tiembla, no pulsa, entre la arteria y venas;

    pues que de nieve están las cumbres llenas,
    la boca, de los años saqueada,
    la vista, enferma, en noche sepultada,
    y las potencias, de ejercicio ajenas,

    salid a recibir la sepultura,
    acariciad la tumba y monumento;
    que morir vivo es última cordura.

    La mayor parte de la muerte siento
    que se pasa en contentos y locura,
    y a la menor se guarda el sentimiento.



    II
    REPRESÉNTASE LA BREVEDAD DE LO QUE SE
    VIVE Y CUÁN NADA PARECE LO QUE SE VIVIÓ.

    "Ah de la vida!"... "Nadie me responde?
    Aquí de los antaños que he vivido!
    La Fortuna mis tiempos ha mordido;
    las horas mi locura las esconde.

    Que sin poder saber cómo ni adónde
    la salud y la edad se hayan huido!
    Falta la vida, asiste lo vivido,
    y no hay calamidad que no me ronde.

    Ayer se fue; mañana no ha llegado;
    hoy se está yendo sin parar un punto:
    soy un fue, y un será, y un es cansado.

    En el hoy y mañana y ayer, junto
    pañales y mortaja, y he quedado
    presentes sucesiones de difunto.



    III
    SIGNIFÍCASE LA PROPIA BREVEDAD DE LA
    VIDA, SIN PENSAR Y CON PADECER, SALTEADA DE LA MUERTE.

    ¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!
    Poco antes, nada; y poco después, humo!
    Y destino ambiciones, y presumo
    apenas punto al cerco que me cierra!

    Breve combate de importuna guerra,
    en mi defensa, soy peligro sumo;
    y mientras con mis armas me consumo,
    menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

    Ya no es ayer; mañana no ha llegado;
    hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
    que a la muerte me lleva despeñado.

    Azadas son la hora y el momento
    que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
    cavan en mi vivir mi monumento.



    IV
    REPITE LA FRAGILIDAD DE LA VIDA, Y SEÑALA
    SUS ENGAÑOS Y SUS ENEMIGOS.

    "Qué otra cosa es verdad sino pobreza
    en esta vida frágil y liviana?
    Los dos embustes de la vida humana,
    desde la cuna, son honra y riqueza.

    El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
    en horas fugitivas la devana;
    y, en errado anhelar, siempre tirana,
    la Fortuna fatiga su flaqueza.

    Vive muerte callada y divertida
    la vida misma; la salud es guerra
    de su propio alimento combatida.

    Oh, cuánto, inadvertido, el hombre yerra:
    que en tierra teme que caerá la vida,
    y no ve que, en viviendo, cayó en tierra!



    V
    PREVENCIÓN PARA LA VIDA Y PARA LA MUERTE.

    Si no temo perder lo que poseo,
    ni deseo tener lo que no gozo,
    poco de la Fortuna en mí el destrozo
    valdrá, cuando me elija actor o reo.

    Ya su familia reformó el deseo;
    no palidez al susto, o risa al gozo
    le debe de mi edad el postrer trozo,
    ni anhelar a la Parca su rodeo.

    Sólo ya el no querer es lo que quiero;
    prendas de la alma son las prendas mías;
    cobre el puesto la muerte, y el dinero.

    A las promesas miro como a espías;
    morir al paso de la edad espero:
    pues me trajeron, llévenme los días.



    VI
    ARREPENTIMIENTO Y LÁGRIMAS DEBIDAS AL ENGAÑO

    Huye sin percibirse, lento, el día,
    y la hora secreta y recatada
    con silencio se acerca, y, despreciada,
    lleva tras sí la edad lozana mía.

    La vida nueva, que en niñez ardía,
    la juventud robusta y engañada,
    en el postrer invierno sepultada,
    yace entre negra sombra y nieve fría.

    No sentí resbalar, mudos, los años;
    hoy los lloro pasados, y los veo
    riendo de mis lágrimas y daños.

    Mi penitencia deba a mi deseo,
    pues me deben la vida mis engaños,
    y espero el mal que paso, y no le creo.



    VII
    AGRADECE, EN ALEGORÍA CONTINUADA, A SUS
    TRABAJOS SU DESENGAÑO Y SU ESCARMIENTO.

    Qué bien me parecéis, jarcias y entenas,
    vistiendo de naufragios los altares,
    que son peso glorioso a los pilares
    que esperé ver tras mi destierro apenas!

    símbolo sois de ya rotas cadenas
    que impidieron mi vuelta, en largos mares;
    mas bien podéis, santísimos lugares,
    agradecer mis votos en mis penas.

    No tanto me alegrárades con hojas
    en los robres antiguos, remos graves,
    como colgados en el templo y rotos.

    Premiad con mi escarmiento mis congojas;
    usurpe al mar mi nave muchas naves;
    débanme el desengaño los pilotos.



    VIII
    CONOCE LA DILIGENCIA CON QUE SE ACERCA LA
    VERTE Y PROCURA CONOCER TAMBIÉN LA CONVENIENCIA
    DE SU VENIDA, Y APROVECHARSE DE ESE CONOCIMIENTO.

    Ya formidable y espantoso suena,
    dentro del corazón, el postrer día;
    y la última hora, negra y fría,
    se acerca, de temor y sombras llena.

    Si agradable descanso, paz serena
    la muerte, en traje de dolor, envía,
    señas da su desdén de cortesía:
    más tiene de caricia que de pena.

    "Qué pretende el temor desacordado
    de la que a rescatar, piadosa, viene
    espíritu en miserias anudado?

    Llegue rogada, pues mi bien previene;
    hálleme agradecido, no asustado;
    mi vida acabe, y mi vivir ordene.



    IX
    MUESTRA EL ERROR DE LO QUE SE DESEA
    Y EL ACIERTO EN NO ALCANZAR FELICIDADES.

    Si me hubieran los miedos sucedido
    como me sucedieron los deseos,
    los que son llantos hoy fueran trofeos:
    mirad el ciego error en que he vivido!

    Con mis aumentos propios me he perdido;
    las ganancias me fueron devaneos;
    consulté a la Fortuna mis empleos,
    y en ellos adquirí pena y gemido.

    Perdí, con el desprecio y la pobreza,
    la paz y el ocio; el sueño, amedrentado,
    se fue en esclavitud de la riqueza.

    Quedé en poder del oro y del cuidado,
    sin ver cuán liberal Naturaleza
    da lo que basta al seso no turbado.



    X
    CONTIENE UNA ELEGANTE ENSEÑANZA DE QUE
    TODO LO CRIADO TIENE SU MUERTE DE LA
    ENFERMEDAD DEL TIEMPO.

    Falleció César, afortunado y fuerte;
    ignoran la piedad y el escarmiento
    señas de su glorioso monumento:
    porque también para el sepulcro hay muerte.

    Muere la vida, y de la misma suerte
    muere el entierro rico y opulento;
    la hora, con oculto movimiento,
    aun calla el grito que la fama vierte.

    Devanan sol y luna, noche y día,
    del mundo la robusta vida, y lloras
    las advertencias que la edad te envía!

    Risueña enfermedad son las auroras;
    lima de la salud es su alegría:
    Licas, sepultureros son las horas.



    XI
    DESCUIDO DEL DIVERTIDO VIVIR A QUIEN
    LA MUERTE LLEGA IMPENSADA.

    Vivir es caminar breve jornada,
    y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
    ayer al frágil cuerpo amanecida,
    cada instante en el cuerpo sepultada.

    Nada que, siendo, es poco, y será nada
    en poco tiempo, que ambiciosa olvida;
    pues, de la vanidad mal persuadida,
    anhela duración, tierra animada.

    Llevada de engañoso pensamiento
    y de esperanza burladora y ciega,
    tropezará en el mismo monumento.

    Como el que, divertido, el mar navega,
    y, sin moverse, vuela con el viento,
    y antes que piense en acercarse, llega.

    Fuentes Wikipedia y http://www.los-poetas.com/f/quev4.htm
     
    #1
    Última modificación: 5 de Mayo de 2013
  2. Andrea Ira

    Andrea Ira Poeta asiduo al portal

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    7 de Agosto de 2015
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    Discúlpame si no lo llegué a ver, me gustaría contribuir con otros poemas de Quevedo aunque no de índole amorosa. Este es uno de sus poemas más conocidos:

    MIRE LOS MUROS DE LA PATRIA MÍA

    Mire los muros de la patria mía,
    si un tiempo fuertes, ya desmoronados
    de la carrera de la edad cansados
    por quien caduca ya su valentía.

    Salime al campo: vi que el sol bebía
    los arroyos de hielo desatados,
    y del monte quejosos los ganados
    que con sombras hurtó su luz al día

    Entré en mi casa; vi que amancillada
    de anciana habitación era despojos,
    mi báculo más corvo y menos fuerte

    Vencida de la edad senti mi espalda,
    y no hallé cosa en que poner los ojos
    que no fuese recuerdo de la muerte.

    La primera vez que lo leí atrajo totalmente mi atención ya que reflejaba perfectamente mis sentimientos respecto a la vida política y social de mi país. Un saludo.
     
    #2
  3. Pili Martí

    Pili Martí Invitado

    Fue uno de los hombres más inteligentes de su época, ninguna vertiente en poesía o prosa escapaban a su ingenio, Se notaba que poseía grandes
    y varios conocimientos, pero a mi lo que me agradaba de él era su ironía hacer reir con la tragedia, (aunque es cruel), tiene su mérito.
    No le creo bondadoso, más bien fiero con aquellos que no "le caían bien". Le admiro como escritor, tanto
    como me desagrada su carácter prepotente. Hablo en presente pues separando ambas cosas, es inmortal
     
    #3
    Última modificación por un moderador: 22 de Agosto de 2015
  4. Shalott

    Shalott Poeta recién llegado

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    11 de Septiembre de 2015
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    Cuánto me complace que se mencione al Conde de Villamediana. Es una pena que en el S.XXI a penas haya quien le conozca. Se dice de él que fue el precursor de la poesía satírica y, sin ánimo de menoscabo, el más valiente entre los poetas de la época. Fue una mezcla entre D. Juan Tenorio y el mismo Quevedo. Se cuenta que, enamorado de la reina, una vez prendió fuego a un teatro con el fin de poder salvarla y tomarla entre sus brazos (que era su propósito) Se le recuerda como un gran jugador que arruinó en los juegos de baraja a muchas personalidades de la época. En otra ocasión se cuenta que acudió a un evento con una capa cosida y cubierta por completo con reales y cuando la vestía decía sin empacho: "mis amores reales" aludiendo a la riqueza y a la propia reina, según el decir de algunos. También fue torero y se cuenta la anécdota de que una vez la reina le alabó como picador a lo que el rey contestó: "Pica bien, pero pica alto", aludiendo sutilmente a la fijación que tenía por la reina. Aunque amigo de Góngora, todos los poetas de la época (incluído Quevedo) escribieron un poema a su memoria tras su asesinato.
    Me han interesado muchas biografías. El hecho de que le nombre hasta en tres foros en dos días, ha sido una feliz casualidad.
     
    #4
    A Marichu Lopez Lucendo. le gusta esto.
  5. CriMa

    CriMa ----

    Se incorporó:
    4 de Agosto de 2017
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    515
    Muy bella selección !

    Saludos cordiales !
     
    #5

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