Regresando, doña Ana

El olor de la guayaba le penetra hasta el alma


retocando los recuerdos claros de su infancia.


El calor de la panela que en el agua se derrama


quema sus labios jóvenes de amontonadas ansias.


Dulce dolor de casa que sin miedo ahora desata


un corazón de infante resuelto, rescata.




Las ramas secas de marañas enredadas


crujen bajo la planta desnuda de tizne cicatrizada.


Ya no huele a sangre, ni a plomo, ni metralla,


sus ojos pintan ya las flores, al borde de la cañada


lindas de varios colores, que mañana serán sembradas.




Y al calor de las sonrisas, con su muleta y una sola planta


brilla una sonrisa que saluda desdentada


Buenas, Buenas, regresando


Doña Ana!

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bien amiga, rimando en asonante...
paradisíaco poema y un deleite poder pssar por tus letras de oro!

 

Gracias parcerito, me sorprende grandemente tu comentario, es todo un orgullo personal que te haya gustado jajajajaja. Un abrazote poetazo.

 

A la mente me han venido imágenes de un lugar conocido al igual que una persona que ahí ha envejecido, ambos recuerdos muy entrañables, ha sido grato leerte Dialmar. Saludos.

 

encanto de letras hermosas de hermosura mano de cuya alma que brota. Un gusto leerte.

 

Gracias amigo, un gusto tu paso por estos lares, gratitud total, un abrazo.