Aléjate del fuego, porque quema

Moraleja: aléjate del fuego, porque quema.

Hoy tengo un pensamiento a ras de suelo
por la polilla gris que sobrevuela
la luz agonizante de una vela
cuando en la madrugada me desvelo:

¿Qué loco afán, qué ímpetu, qué celo
lleva a la mariposa, aunque le duela,
a esa trémula lumbre que la encela
a riesgo de quemarse con su anhelo?

Humos serán en el oscuro cielo
sus lindas alas, de tan fina tela;
no hay en el lepidóptero cautela
y le vence la llama en ese duelo.

Me brinda una lección esta conseja
que puedo traducir en moraleja
si el pareado me deja:

El que con fuego juega, en fatal suerte,
con ese juego puede hallar la muerte
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La moraleja es buena, mas el que mira la luz, hacia ella va, aunque se queme.
Un abrazo.
Castro.

 

Yo creo que el pareado de hecho se prestó bastante bien para la moraleja, queda muy clara la enseñanza de esta conseja.

Me place leer tu poema, donde conservas las rimas en tres cuartetos, luego un pareado rimando con el primer verso del estrambote para cerrar finalmente con la moraleja en un nuevo pareado.

Un fuerte abrazo. Que sea un gran inicio de semana.

 

Un estupendo poema y con muy buena enseñanza en su moraleja, un abrazo mi querido amigo.

 

Es cierto que, por lo general, la gente tiende a ir hacia la luz, pero no creas que se puede generalizar tanto con eso; no todo el mundo gusta de esos encandilamientos luminosos; algunos gustamos más de la penumbra, encontramos más encanto (y matices) en los claroscuros.

La metáfora que me ofreció la visión de esas mariposas "fotofílicas" (y perdóneseme el neologismo) es clara: no solo me refería al fuego real con el que estos pobres lepidópteros se sienten atraídos hacia la llama de forma tan compulsiva que incluso se queman y mueren en ella, me refería metafóricamente a otros "ardores", como por ejemplo el encandilamiento que nos produce el amor en sus comienzos, deslumbre que hace que no veamos los defectos de la persona que nos atrae, sino solo su belleza o sus "virtudes" (si es que las tiene), y así luego pasa lo que pasa.

Gracias por pasar y dejar tu comentario, amigo.

Un cordial saludo.

 

La verdad es que le veo cierta incoherencia a este tema; la anécdota que cuentas de la polilla justifica probablemente el título, pero no tu moraleja final: difícilmente pueda creerse que la polilla juega con el fuego, ni siquiera en apariencia.
No sé, en verdad, por qué las polillas son atraidas por la luz; tuve en la infancia una tortuga que se acercó a una hoguera extinguida en la que habíamos quemado hojas secas, seguramente en busca de calor (era otoño), y sufrió terribles quemaduras con las brasas de las que no pudimos curarla: murió.
En cuanto al juego... los juegos han sido siempre medios de aprendizaje y entrenamiento; seguramente los cavernícolas aprendieron a controlar el fuego incluso jugando con él: es tan fascinante... A mí de chico me encantaba hacer fuegos, sin un propósito definido. Aún hoy disfruto mucho haciéndolo, con algo de juego sin duda. Y muchos juegos incluyen el peligro como ingrediente emocionante... Vaya a saber, en cualquier caso interesante tema has traido.

abrazo
j.

 

Estuve leyendo sobre qué motivos hay para que determinados insectos voladores sientan esa "atracción fatal" hacia la luz, y aunque hay diversas teorías no hay ninguna explicación científica concluyente a ese respecto; no se sabe exactamente a qué se debe aunque desde luego el ir buscando la luz parece estar en el ADN de la mayoría las células de los seres vivos; fijémonos si no en las plantas.

Pero este poema fue inspirado por la observación real de una mariposa-polilla nocturna en torno a una lamparita de mi mesilla de noche mientras leía antes de dormir; allí estuvo dando vueltas como loca hasta que se acercó demasiado a la bombilla y se chamuscó.

El fuego también ha tenido siempre para mí una fuerte atracción y de chico me causó algún problema mi deseo de hacer juegos con él. Aun hoy en día, todas las noches del 23 de Junio, víspera de San Juan, participo muy activamente en la elaboración de la gran fogata tradicional en esa fecha y en la que colaboramos todos los vecinos para hacerla en un solar cercano.

De esa anécdota que te cuento de ver morir a la polilla al acercarse mucho a la incandescente bombilla me vino la idea de hacer una especie de metáfora poética en forma de soneto sobre el peligro de jugar con fuego; por supuesto que no creo que la polilla se acerque a la luz para jugar; yo sí que he hecho juegos con el fuego y de ahí que relacionara ambas cosas; vete tú a saber si en el fondo (muy en el fondo) la causa de nuestra atracción hacia el fuego es la misma que la de las polillas...

En cualquier caso, también pensé, al hacer la moraleja final, en otros fuegos en los que ardemos, fuegos más metafóricos como las atractivas llamas de la pasión amorosa que, en ocasiones, nos queman inmisericordes y nos dejan devastados.

Gracias por pasar y por tu comentario, Jorge.

 

Ameno y atrapante el soneto. Me ha gustado mucho, con ese tono didáctico que enseña a partir del buen decir de la poesía.
Saludos, Juan Ramón.

 

A mí me ha gustado más con la relectura, he disfrutado los giros sobre el mismo tema.

No tengo respuesta ante la pregunta planteada en la segunda estrofa que es mi preferida.

Un abrazo.
Oncina.

 

Me gustó tu poema. Un gusto pasar.
Abrazo.

 

Genial ha sido dejar el pareado como versos de cierre; y genial el estrambote, con la chispita de humor (""si el pareado me deja"", jajajajajajajajaja), sabiamente dejando el heptasílabo (usando la sinéresis en "pareado") como tercer verso.
A mi juicio, no hay fallo alguno en este genial soneto inglés con estrambote. Todos los ritmos, clavados.
El mensaje, soberbio, y muy acertado, sí señor, lo aplaudo.
Todas las estrofas merecen reconocimiento, mas quiero señalar ésta:

¿Qué loco afán, qué ímpetu, qué celo
lleva a la mariposa, aunque le duela,
a esa trémula lumbre que la encela
a riesgo de quemarse con su anhelo?​

Esta estrofa la encuentro de antología, muy evocadora de las conductas del ser humano en todos los terrenos, incluido el terreno del arrebato, del amor, de la pasión.
Me pongo en pie, y te aplaudo.
Un fuerte abrazo, querido Juan Ramón.

 

Hola Juan: Genial y bello me ha parecido tu poema. Un abrazo. Amadeo.

 

¡Qué buenos versos, compa! La magia de la luz, como comentabas, creo que está muy presente en el ADN de muchos objetos biológicos. Explicaciones tendrá la línea de la evolución.
La moraleja me trajo a la cabeza varios ejemplos, pero uno de ellos es ese perfil de ser humano, intuitivo, valiente, «cazador», y que se enfrenta de cara a la luz brutal de la vida, inerme pero con decisión. Si le sale bien alcanzará elevadas cotas de libertad, a las que el temeroso y atado al sistema no llegará. Todo es una cuestión de cómo internamente hacemos balance del riesgo de la luz que nos reclama.
¡Un abrazo, Juan!

 

¡Qué interesante reflexión has hecho, Andreas!; la verdad es que ni se me hubiese ocurrido ir por esa derivada; mi metáfora iba más bien por lo deslumbrados que nos sentimos en ocasiones en temas amorosos, especialmente en los inicios, en esas etapas juveniles en donde parece que nos va la vida en esa llama pasional que puede, si es muy intensa, terminar quemándonos; tengo próximo un caso de muerte "por amor no correspondido", y esa persona, seguramente, se quemó en ese incendio amoroso que le atrajo fatídicamente. Por supuesto que son casos extremos, pero darse se dan; pero aún cuando no sean muertes reales (suicidios) causados por esas llamas, también hay casos en los que las llamas de la pasión amorosa, que es una de las que produce mayor atracción, como la de las mariposas a la luz de una vela, producen estragos que, sin llegar a ser mortales, son también bastante devastadores internamente...; ese es el sentido que quise darle a mi moraleja final.

En cualquier caso permíteme disentir de los que expones cuando dices "enfrentarse a la luz brutal de la vida para alcanzar altas cotas de libertad, cosa que no conseguirán los temerosos": por supuesto que esa frase tiene su parte de razón y muchas libertades (si no todas) se han ganado con la lucha de los valientes, pero yo también atendería, por contra, a esta frase de Ambrose Bierce:

"Un cobarde es una persona en la que el instinto de conservación aún le funciona con normalidad."

En alguna parte leí también que, por lo general, somos más herederos genéticamente de los hombres primitivos que más y mejor sabían salir corriendo que de los valientes ya que los que ponían pies en polvorosa sobrevivían mejor que los valientes, que solían caer como moscas...

Un poco de verdad hay en ambas teorías, sí.

Gracias de verdad por pasar y por dejar este jugosos comentario que me ha hecho replantearme la metáfora de estos versos.

Un abrazo.

 

Me ha gustado el poema bello y didáctico y la lección que aporta, tan a gusto de los clásicos. Y bien que lo eres , no sólo por tu interés por la métrica sino por los temas mitológicos que eliges a menudo.
Me ha dado un poco de pena por la mariposa, tan ingenua , pero la he proyectado al tema del amor cuando enceguece a sus protagonistas.
Saludos, Juan Ramón

 

Hola Juan. Sigues en tu buena línea de sacar partido a todo lo que se cruza en tu camino. Es muy difícil comparar este poema con otros editados por ti, pero si te puedo asegurar que este me encantó.
Recibe mi afectuoso saludo

 

No sabes cuánto me alegra ver que sigues entrando a esta Casa aunque sea solo para leer y de vez en vez comentar; lo que sí te diré es que echo mucho de menos tus ediciones; no nos debieras privar de las décimas y sonetos que primorosamente hacías para nuestro placer lector .

Un agradecido abrazo, amigo.