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Caracoles

Tema en 'Poesía Surrealista' comenzado por Ricardo López Castro, 21 de Junio de 2018. Respuestas: 7 | Visitas: 643

  1. Ricardo López Castro

    Ricardo López Castro Poeta adicto al portal

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    Las cortinas de hojalata no reproducen el sonido del sol,
    pero ondean con el viento cuando la ventana está abierta.
    Algunos caracoles todavía aman lo tácito,
    el solemne matiz de la guerra sensitiva les alejan del paso de las estaciones,
    por eso caminan lento,
    y porque llevan la carga de su supervivencia a sus espaldas.
    La convivencia no está hecha para ellos,
    no al menos hasta que se conocen -ellos- todos sus secretos.
    Es desesperante comprobar que nunca lo consiguen y no alcanzar a entender que su existencia se basa en una simple
    -jodidamente simple- línea recta.
    No tienen nada que ofrecer.
    Al fin lo hemos conseguido.
    Pero... ¿conseguido el qué?
    ¿Que interactúen solamente los rayos solares?
    Piso estrellas por el pasillo y me pregunto cuándo coño pusieron ahí los espejos.
    Un planeta repleto de espejos.
    Por otro lado, el caparazón de la Tierra.
    No nos escondemos, no.
    Tampoco nos manifestamos.
    Nadie sabe lo que sucede en nuestra soledad.
    Trato de desenmascararme y me nacen babas.
    Añoro mi rostro.
    Pero si pudiera hablar sin tapujos ya no diría esto.
    Y lo que quizá echaría en falta sería mis vértebras.
    Los seres vivos nunca se mudan.
    Por eso mismo las constelaciones se hicieron para los caracoles.
    Pero no echamos de menos las distancias.
    Tenemos recursos humanos a mano, pero preferimos el ejercicio constante.
    Guardamos algo.
    Algo que nos permite seguir adelante.
    Como refugiarse de un temporal bajo un paraguas.
    Pero... ¿Quién se refugia del viento mejor que nosotros, o del aliento del enemigo?
    En nuestro fuero interno nunca los tenemos ni a favor ni en contra.
    No tropezamos.
    Ni nos levantamos.
    Somos la estirpe que el universo ha generado.
    Los únicos.
    Los originales.
    Y nuestra raza sirve de ejemplo a las demás.
    No podemos desaparecer.
    Tampoco tomamos el té con nuestros vecinos.
    Lo que nos habita es otro caracol.
    Una espiral, una concha, un invertebrado que puede ser pisoteado.
    Somos comestibles.
    Pero también metafóricos, e incluso alegóricos.
    Somos todos.
    El hábitat natural de las coincidencias.
    Allí donde existe el misterio, residimos.
    Nunca abandonamos del todo nuestra guarnición.
    Y es que hay algo en este mundo que no pertenece al clima ni a la atmósfera, ni a la gravedad, ni al salto cuántico.
    Nuestra existencia es una carrera con la esencia a favor.
    ¡Salid del pensamiento contra el espacio, hermanos!
    Tenemos grito de guerra, como ven.
    Pero también la paz contemplativa de las causas oscuras y recónditas.
    ¡Somos todo posibilidades!
    El cielo nos sonríe, pero nosotros no nos vemos los unos a los otros.
    ¡Conjurémonos contra la ceremonia de la meditación!
    ¡Fijemos nuestra sociedad de abrazos y besos ante la mirada de nuestros submundos!
    ¡Quizá así nos crezcan ojos en la coraza -todo esto en un amanecer sin vegetación. La lección del cosmos no es verde, ni amarilla, ni roja, ni oscura, ni transparente. Lo que el cosmos enseña es que el viento puede hacer desaparecer el color de las letras, palabras, pensamientos, oscuridades, abismos y máscaras, solo con un secreto-!
    El resultado es la última versión de las emociones.
    Caracoles que siempre caminan.
    ¡No sabemos apreciar la soledad!
    No nos inmiscuimos en los secretos de nadie porque no podemos.
    ¡Más quisiéramos!
    ¡Cotillas!
    ¡Somos todos el mismo secreto!
    ¡Siempre, cuando los sentidos no transmiten nada más que masificaciones!
    Qué bien se está al atardecer, escribiendo nuestro recorrido, larga trayectoria de desconocimiento ultrasensorial.
    ¡Quién o qué se lleva el nombre del último aliento del pensamiento!
    ¿Qué sentimos cuando descubrimos, qué sentiremos cuando descubramos que lo que parecía una gran mentira es una gran medida terrenal que no puede -o sí- compararse a nuestros latifundios de intimidades?
    ¿Estamos conectados realmente al fin último del tiempo que transcurre entre el creador y la forma?
    ¡Alcémonos a favor del escondite, del rincón de cáscaras donde hunden sus cielos las olas!
    Multitudes de rugosidades.
    Planicies que no se cumplen por la visita de los versos.
    De las conversaciones, de las discusiones.
    ¡Ay, si el último aliento fuera el primero!
    ¡Luz sin sol!
    ¡El triunfo del caracol!
    ¿Sobre qué vencimos?
    Sobre la propia fábula de nuestra página.
    Escribimos con letras de oro esta victoria en la memoria de las víctimas del tiempo.
    El universo se abre con ideas nuevas y nos aleja más y más del punto de referencia.
    El universo se reinventa.
    ¡Nunca podremos alcanzarlo!
    Tenemos dogmas y doctrinas y bendiciones de nuestros semejantes.
    ¡Pero no podemos resolver el misterio del cosmos!
    ¿Habrá un dios allá arriba?
    Por primera vez levantamos la vista.
    Pero el cielo sigue oscuro incluso cuando amanece.
    ¡Nuestra codicia, nuestra ansia de conocimiento, nos ha condenado!
    No nos conocemos lo suficiente como para concluir que el pensamiento es inservible.
    Como para la meditación.
    Será mejor que nos cobijemos.
    Ahora cualquier cambio climático o atmosférico podría resultar fatídico.
    Nos creíamos invencibles, pero el cosmos nos ha dado una lección.
    Ahora hasta una brisa de verano nos resulta molesta.
    Estamos todos más perdidos que nunca.
    Se aproxima un nuevo modelo de supervivencia.
    ¿Evolucionar?
    ¿Hay algún dios ahí arriba?
    Teníamos dogmas, doctrinas y bendiciones de nuestros semejantes, pero todo se ha ido por el desagüe.
    Todo ahora tiene forma de una sola cosa.
    Vacío existencial.
    Por eso nos cubrimos con la poesía, con el trabajo, la interacción social o los estudios, o incluso el ocio, e incluso a veces con el aburrimiento.
    Hemos entrado en la espiral infinita del pensamiento.
    Nunca jamás nos conoceremos.
    Las constelaciones lo saben.
    Unen sus puntos con otras trayectorias ya.
    Nos creíamos sus dueños por trazar surcos y caminos bajo la luz del día.
    Ahora ni siquiera somos dueños de nuestro secreto.
    Pero lo escondemos.
    Hasta que el espejo, o una simple mirada nos haga perder la coraza.
    No podremos resistir mucho más tiempo.
    Es hora de ponerse manos a la obra.
    Hagamos el mundo bello.
    Solo con nuestra debilidad.
    Aunque tampoco estaremos a la altura, será nuestro secreto.
    ¡Que el mensaje llegue a todos los rincones del planeta!
    ¡Tenemos que salvar nuestra soledad!
    ¡Nuestro secreto!
    ¡Podemos cambiar el mundo -este fin es la última víctima de todos los visionarios-!
    ¡Todos somos uno con el universo!
    ¡Eso que dicen que todo lo ve no es más que un engañabobos!
    ¿Cómo puede alguien o algo conocer nuestro más preciado tesoro?
    ¿Fuimos creados?
    ¿Paridos?
    ¡Qué más da!
    ¡Tenemos solución para todo!
    ¡Tenemos vivienda y sabiduría!
    ¡Genial!
    ¡Ya lo tengo todo pensado!
    ¡La soledad ha dado sus frutos!
    Ahora solo me falta saber cuál es mi secreto.
    Lo he guardado como oro en paño, pero no se lo diré tan fácilmente.
    ¡Quiero el mundo para mí!
    ¿Ése era?
    Menuda insensatez.
    ¿Quién no quiere eso?
    ¿Quién no querría ser caracol para poder vivir con todo esto a cuestas?
    ¿O impregnar de babas cada recóndito paraje de este imperio imposible?
    ¿O mirarse en los rayos solares, el ejército innumerable que asedia castillos de aire?
    El universo no nos ha dado mucha importancia.
    No la que merecemos, solo por estar vivos.
    Se encoge y encoge cada vez más, hasta convertirse en la sombra de un punto diminuto.
    Quizá tengamos algo de su esencia, pero no nos basta con eso.
    Los placeres e instintos nos subyugan.
    Libre albedrío para los caracoles.
    Para todas las criaturas que nacen, viven, sufren y mueren.
    Hay ilusiones que nos gobiernan.
    Pero hay que saber estar a la altura.
    Ya va a amanecer en mi concha.
    Yo me introduzco en ella, y me olvido de que un día caminé con este equipaje.
    Pero el viaje continúa.
    Mañana, si es que existe el mañana... volveré, y babosearé las huellas del hombre.
     
    #1
  2. EUNICE SALVAJE

    EUNICE SALVAJE Invitado

    Me pregunto si alguien leerá tan largo poema, estrellita PA mi frente por favor. Un placer pasar por aquí, saludos.
     
    #2
  3. Ricardo López Castro

    Ricardo López Castro Poeta adicto al portal

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    Espero que sí jajaja.
    Gracias por dejar profunda huella en estos versos.
    Te mando un abrazo fuerte, con mis mejores deseos y bendiciones.
     
    #3
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  4. LUZYABSENTA

    LUZYABSENTA Moder Surrealistas, Microprosas.Miembro del Jurado Miembro del Equipo Moderadores

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    Un largo poema donde las ilusiones se van esparciendo en
    esos alaridos que dejan formas para sumerguir el semblante,
    todo poco a poco en esa alerta para conseguir saciar ese
    baile de imagenes unicas.
    excelente. saludos de luzyabsenta
     
    #4
  5. Ricardo López Castro

    Ricardo López Castro Poeta adicto al portal

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    Gracias miles por dejar huella profunda en estos versos, Luz.
    Te agradezco muchísimo tu paso y comentario.
    Y te mando un abrazo fuerte, con mis mejores deseos y bendiciones! :)
     
    #5
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  6. LUZYABSENTA

    LUZYABSENTA Moder Surrealistas, Microprosas.Miembro del Jurado Miembro del Equipo Moderadores

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    Agradecido siempre por tus respuesta. seguire interpretando tus
    elevadas formas poeticas. saludos de luzyabsenta
     
    #6
  7. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

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    Coincido con otros compañeros que la excesiva longitud de este poema, valioso por otras muchas razones, puede dificultar su lectura. Una lástima. Por otra parte, en mi exclusiva opinión, es más bien un catálogo de propuestas de vida, una filosofía en definitiva, que el autor nos propone. Una filosofía surreal al menos en su expresión. Y el autor, en uno de los versos finales, renuncia o demora muchas de sus propuestas; y, uno más, se retira a su torre de marfil, a su concha, tal vez asustado por la claridad que le aporta la luz del día. Porque, amigo mío, la noche es el imperio de lo surreal. Largo pero apetecible poema; necesaria relectura para exprimir sus esencias.
    miguel
     
    #7
  8. DESIRE SOLE

    DESIRE SOLE Invitado

    YO CREO QUE TU POEMA ES EXQUISITO, SORBO A SORBO, HASTA EL FINAL. FELIZ DIA POETA. DESIRE SOLE
     
    #8

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