Lanzas cargadas de olvido

LANZAS CARGADAS DE OLVIDO



Lanzas cargadas de olvido perforan las débiles vitelas de mi hoy,

licuefactando mis sueños que mutan en pedregales infértiles

apagando una tras otra las limpias y luminosas estrellas

que marcaban mis veredas en los bosques, hoy brumosos, del ayer.


Hasta entonces éramos yo, y todos los que construí, huera cohorte.

Ahora somos astrosas ruinas sin belleza ni pasado.

¿Quien nos arroja esas lanzas cargadas con la droga del olvido y el rencor?

¿Quien borra de mis mapas los derroteros y las ciudades

con los huertos que me fueron entrañables?


Somos, yo y mis cenicientos muñecos, el negro río con su puente, todo sombra,

agua que pasa dejando barro y ruido únicamente.

Exhibo extraños recipientes donde duermen las cenizas

que antes serían monstruos o estantiguas pavorosas.


Ofrecimos nuestros cráneos para libaciones sacrílegas,

nuestros ojos para visiones deformes de la Belleza,

devoramos junto a los buitres disputando sus carroñas

sin participar por ello en la armonía de sus vuelos.


Tras las esquinas sin luz esquivamos las cegueras,

nuestros pasos, los míos y los de mis muñecos tan grises,

resonaban en los pavimentos que sangraban con roncos quejidos.


Éramos las siniestras carcajadas de los grifos y las gárgolas

en aquella ciudad dormida ajena a nuestras vergüenzas.


Ese era el sueño inocentemente procaz de los plátanos de sombra

florecidos de lascivias, anunciando primaveras,

cobijando los ardores que hacían latir nuestros corazones todavía incoloros.


Mientras, la ciudad sobre la ardiente llanura

se estremecía con la visión de los cuatro jinetes negros .









Ilust.: “El Apocalipsis de San Juan.” Rufino Tamayo. 1989

 

Me permitirás, Nommo, querido compañero, que guarde este comentario tuyo en la antología de excelencias que leo respecto a mis publicaciones (por el momento bastante escasa.) Planteas el nudo esencial de la creación artística: sentimiento frente a razón; cerebro frente a corazón. Yo, de ciencias, te propongo el diseño de un triángulo formado por la emoción como motor último, el sentimiento como producto de esa emoción, y la excelencia en la capacidad de expresión de ese sentimiento. En su baricentro estaría el equilibrio donde se encontraría la obra de arte perfecta. Es decir, en una especie de punto "g" tan difícil de encontrar que, por el momento, nos situaremos en la complacencia de la "aurea mediocritas". Que no es poco en estos tiempos. Y yo, desgraciadamente, hace tiempo que ninguna emoción, ningún sentimiento, me mueven al llanto. Pienso que me lo ahorro en kleenex y trato de conformarme. Muchas gracias, querido amigo, por tus sabias y excelentes palabras.
miguel

 

Mi querido amigo: He dudado entre contestar aquí tu ampliación al comentario o hacerlo en un privado. Por aquello, tan de moda, de la transparencia prefiero hacerlo aquí.
Creo que estamos iniciando todo un debate sobre la filosofía del arte, con adiciones sobre los conceptos de dolor y gozo, Eros y Tánatos en definitiva; psiquiatría pura. No me encuentro capacitado; es más, creo que el verdadero artista (no existe el Arte; tan sólo hay artistas, escribió Gombrich) manejan estos conceptos de manera intuitiva, a partir de esa ecuación que yo te propuse ayer: emoción, sentimiento, técnica, que, posiblemente, sea una boutade que me inventé ayer mismo. Porque, que yo sepa, pocos de nuestros artistas actuales, propios y extranjeros, tienen esa formación intelectual tan amplia que les permita ese rigor en el estudio y desarrollo de sus obras. Además que el acto de creación es un fogonazo súbito que trae como consecuencia el alumbramiento de la obra de arte, es decir, artista vs. espectador. Por eso, tal vez, la poesía surrealista, como la música, sea la que esté más próxima a esa inmediatez que requiere la plasmación del acto creador. O sea.
Un saludo, querido amigo; y feliz semana bajo la anunciada ola de calor.
miguel

 

gracias
miguel

 

Muchas gracias, Al. Creo que es una premisa básica para la convivencia; aceptar el diálogo crítico siempre enriquece. Bienvenido a mi rincón. Saludos desde España,
miguel