Lo siento

Hoy me has dicho que me amas y cada vez que tú me llamas me cautivan tus palabras y me hacen sonreír.
Gracias por el tiempo que me regalaste, porque nunca me lastimaste y tu vida me entregaste.
Gracias x abrazarme y de tu amor colmarme.
Juro hoy, nunca olvidarte…
Aquella noche fue una tontería, hice lo que no quería, me dejé llevar y comencé a tomar, hasta llegar a perder completamente el control.
Comenzamos a discutir, incluso te llegué a escupir, tú solo querías cuidarme y yo, simplemente escaparme.
Me sujetaste del brazo y yo comencé a gritar, al momento llegaron unos chicos que acababa de conocer esa noche y “me defendieron” (ja, suena hasta estúpido decirlo), yo feliz comencé a burlarme y salí del antro cayéndome de borracha.
Tomar un taxi planeaba, sin embargo me encontré a una amiga y ella me llevó hasta casa.
Eran las 3 de la mañana y al abrir la puerta de casa, mis padres con la misma rabieta; subí las escaleras como pude, balbuceando tonterías que ni yo entendía, gritaba como loca para evitar escuchar a mamá.
Me encerré en mi cuarto y pronto terminé dormida.
A las 9 de la mañana sonó mi celular, era tu madre, apenas pude entender lo que decía, pues lloraba desconsolada, y con justa razón, vaya motivo de la llamada.
Al recibir la noticia, quedé plasmada y no pude ni hablar, aún no logro olvidar esas frías palabras: “¡ROBERTO MURIÓ!”; no lo podía creer, si apenas ayer te había visto, ¿cómo me podías abandonar de esa manera? ¡No era Justo!
Llegué a tu funeral, fue algo curioso, todos llevaban amarrado en el cuello un listón o paliacate rojo, me pareció extraño, pero no le di importancia.
Me acerqué a tu mejor amigo y pregunté como fue que perdiste la vida, mis ojos se cristalizaron al escuchar la razón: -“Al parecer…anoche fue golpeado brutalmente en un antro, no sabemos la razón de la pelea, pero, ¡Qué MUERA el responsable!”- replicó él.
Automáticamente caí en el suelo, sin poder pronunciar palabra, solo pensando en aquella frase que retumbaba en mi mente y corrompía mi alma.: “¡Que muera el Responsable!”
Así entendí el paliacate.
¿Cómo poder decirles que fue una tontería, que eso yo no quería?
Discúlpame mi amor, por correr de ti, por ponerte en esa fría caja, porque nunca volverás a casa.
Si pudiera cambiar el hecho de que hoy nos separamos, que lo hacemos para siempre, que no volveré a verte, no dudaría ni un segundo en hacerlo…
¡Perdóname por favor! Extrañaré tu calor...
Ya nada será igual, ya no volveré a reír.
Si te digo que te amo, que yo sin ti no valgo, que no volveré a tomar, que a nadie más podré amar, ¿Volverías a mi lado?
Dime que sí o yo iré en este momento en busca de ti…

 

Al acabar leer tus líneas, se estemeció mi cuerpo, en verdad no se que decirte, más sin embargo, se me viene a la cabeza solo una cosa, las bebidas embriagantes no son nada buenas, porque nos llevan a hacer cosas de las que nos podemos arrepentir toda nuestra vida.

Toma esto como una experiencia, y no te undas en la misma, busca ayuda y saldras adelante.

Bienvenida a este maravilloso espacio

Saludos