Ni reverencias ni prebendas-.

No se ungen mis parlamentos

ni en catedrales ni en asambleas

soy, inevitablemente

y a pesar mío, un tanto proscrito,

y otro tanto de tóxico y venéreo.

Yo me recalco y me reitero, sigo

en mis treces y en mis cabales, cuando

pido respeto.

Qué estaba haciendo allí, qué podría

estar haciendo? No lo sé; ya no me importaba.

Sé que claudiqué por momentos

y me recuperé de inmediato. Mis largos

cabellos, de casi veinte años, sigo

conservando y con greñas y todo,

insisto en algo excesivamente valioso:

respeto, que no preces o reverencias.

©

 

Excelente pronunciamiento Ben, firme ante la dignidad de exigir respeto ante todo y todos.
Mis saludos te lleguen.

 

Muchísimas gracias siento por este hermoso comentario digno de mención aparte, estimada Mireya, así es, en la ''lucha'' seguimos. Un abrazo!!