Senderos de luz-.

Las nubes, repentinamente.

Células implacables que transfieren

su eclosión participante. En la

estrechura, un siglo de dedos contiguos.

Y en la mansedumbre de los días,

el espacioso término de un valle, un prado.

Como repentino, su grito auxilia

la luz tardía, crepúsculo cercano

que emana de las rocas. Un siglo,

de dedos sin amor; una lúgubre memoria

eternamente aplazada. En los vértices,

la espesura busca su materia palpitante.

Lumbre incierta que combate los hilos

del cable telefónico: sombras, sin duda,

de una noche ligeramente fría.

Esa sensación de cansancio que difumina

las palabras y su ámbito.

Yo, terrestre hasta la médula, invado

lunas y territorios, hago de mi pan cálido,

cancerbero del ruido sin retorno-.



©

 

En esa belleza de espacio abierto, muy bello lo describes, el hombre se hace con él y puede ser que sin quererlo destruya todo a su paso, me encantó el poema y así leí entre letras, quizás me equivoque pero cada uno suele interpretarlo a su manera, bella forma de describir esos verdes prados donde el remanso de paz abre la puerta grande: la gran naturaleza, un saludo Ben

 

Muchas gracias querida Mayca, es un honor y un placer recibir tu comentario, cuya estructura e interpretación van bastante bien encaminadas. Un gran abrazo!

 

Otro gran abrazo para ti, feliz confinado a sacar fuerzas en este espacio cerrado

 

Gracias!!

 

BEN! maravillada en realidad que versos tan intensos
mis respetos poeta en un abrazo de colores,

 

Gracias mil Guadalupe, un saludo fuerte!!

 

Qué placer leerte, mis aplausos.

 

Gracias Ludmila, un abrazo!

 

Me tuvo de salto en salto. Por mucho que lo intente, tu pragmatismo no puede negarle el paso a tu espiritualidad. Me hiciste sentir a mi terrícola cósmico. Un saludo.

 

Te lo agradezco, un saludo Tronk!

 

Muchas gracias estimado Miguel, poeta maestro, un abrazo!