Cruzando el mercado

Día de clase sin palomas.

El mercado como una gran ballena,
duerme.

Espejos de lluvia en los adoquines,
albor que arroja su manto con suavidad de pluma etérea,
la melancolía en voces entrelazadas,
sílabas perdidas en bocas
sin edad,
furgonetas con hortalizas,
carne
o pescado
se juntan como escamas de un animal
extinto.

Yo sé que el grillo resiste en mi párpado,
yo sé que el mar niega las olas,
yo sé que tu sombra camina.

Hay una noche dentro de mí que nunca amanece.

 

Excelentes imágenes Ramón es un placer leer tus versos,
abrazos en la distancia sin noche

 

Gracias, Guadalupe, por tus amables palabras. Un abrazo.

 

Una melancolía que vas desplegando suave como esa pluma etérea que describes.
Me gusta mucho! Saludos

 

El sopor de esa noche que no acaba y todo lo duerme...
Un gusto leerlo.
Saludos.

 

Mi agradecimiento por tu visita y palabras. Un saludo cordial.

 

Gracias, Medusa, por leer y comentar. Un saludo cordial.

 

Es tan inevitable ser lo que se es: ya dobles hacia el puesto de naranjas o hacia el local del carnicero, ya te estás esperando.
Un muy buen poema, inquisitivo, y bello en su manifiesto irreductible.
Saludos cordiales, buen amigo.

 

Gracias, Pedro, por leer y comentar. Un abrazo, amigo.