La casa efímera

Solo conozco sus pasillos como venas dormidas.

Cada habitación se extingue en el dintel,
oasis nítido donde entra la luz,
muebles que llevan una cicatriz en su rostro,
secretos blancos de niña en los balcones.

El hogar que soñó el arlequín,
tu pijama de grecas en las madrugadas azules,
la sinrazón de los jueves en el cristal,
la lluvia, para ti, es un jardín de agua.

Tu sombra en el trasluz como un pájaro de paz,
con su rama de olivo, y este silencio de palomas muertas
que tanto nos hiere.

 

La casa donde están tantas heridas. Un abrazo nostálgico

 

Es asombrosa tu capacidad para tocar el corazón del lector. Ese es el verdadero logro, el verdadero sentido y el arte de escribir.
Un abrazo.

 

Nostálgica lectura... sólo el perfil del poeta dibuja con dulzura el fragor de su amargura
Un abrazo, estimado compañero

 

De cómo lo efímero se vuelve eterno, la nostalgia larga de esta vida corta para el olvido.
Qué gusto leerlo.
Saludos.

 

Gracias, amiga, por leer y dejar tu comentario. Un saludo cordial.

 

La residencia de lo fugaz, claro. Pero lo efímero también es parte de lo eterno.
Maravilloso poema, buen amigo Ramón, que me delita con sus posibilidades.
Te dejo mi cordial abrazo.

 

Cuanta nostalgia en tus líneas. Aplausos poeta

 

Gracias,Pedro, por la generosidad del comentario. Un abrazo.

 

Gracias, amiga, Narablús. Un abrazo.