¡Más maderaaa!

De tan caliente, se humilla
y eso lo provoca el tedio,
por tanto como remedio
reír es la maravilla.
Esa manera sencilla
hará que el ardor se aleje,
y una vez que ya lo deje,
vera que en la población,
todos al compás de un son
esa curación festeje.

 

Esa curación festeje,
noble hermano de las armas.
Con usted vivimos karmas
inconcebibles, del Eje
por delirios de un hereje
que casi parte el planeta.
Mas consigue usted la meta
de regresar a su hogar
a terminar de sanar.
Ya prepare la maleta.​

 

Ya prepare la maleta
por ser tan irrespetuoso
usted es un ser monstruoso,
marche sin hacer rabieta
mas le doy mi bicicleta
para que ya apure el paso
es que no tiene ya caso
no de sus explicaciones
ya no creo en sus razones
-¡mire que le va el tortazo! ​

 

“Mire que le va el tortazo”
dijo en voz superlativa.
Siempre exageró Godiva,
muy amiga del bolazo.
Usted dice “pastelazo”,
mas “tortazo” en la Argentina
es piñazo si adivina
o un pastel descomunal.
Le echaba a la vida sal
con su astucia femenina.​

 

Con su astucia femenina
ella lo dejo clarito
o sale bien rapidito
o sabrá como termina
internado, si adivina.
Mas el caballero presto
salió justo con lo puesto,
agachó bien la cabeza
escapó con ligereza
antes de sufrir arresto.​

 

Que lo iba a atormentar
quedó claro en un segundo:
era un hombre vil e inmundo
como rata de albañar.
Supo que lo iba a matar
cuando asomó un diente de oro
porque en su reír sonoro
evidenciaba la saña
de una salvaje alimaña
con fortaleza de toro.​

 

Mas en el arrastre falla
por más que sobre el carbón
el tren de la discusión
si la necedad no calla.
A veces el más canalla
muestra visos de mesura
y el cuerdo ciega locura
en debates de payasos.
Es crucial en esos casos
entender la contextura.​

 

Entender la contextura
para hacerla más palpable,
ya que es condición loable
que requiere la lectura.
La variada tesitura
hace más gustoso el tema,
aunque hay veces que se quema
la condenada neurona,
y no obstante que encabrona,
hay que olvidar el problema.

 

Hay que olvidar el problema
y pasar a lo siguiente
o se nos frunce la frente
y hasta nos sale un eczema.

Puedes ponerte un enema
porque la limpieza ayuda,
así que si tienes duda
sobre su resolución
reconduce la atención
y toma infusión de ruda.


​

 

Tener un cuerpo apacible
como una joven doncella
quiso la rubia Mirella
pero la carne es fungible.
Ella vivió lo invivible
y el tango y su mala vida
le dispensó una partida
de esas que todos perdemos
por más que nos empeñemos
con elegancia fingida.​

 

Con elegancia fingida
y ripios de medio pelo,
mi décima emprende el vuelo
sin dirección conocida.
¿Quién la dará seguida
y con qué continuación?
¿Qué lejana habitación
mis rimas cobijará?
Un verso nos unirá
a ti y a mí sin razón.

 

A ti y a mí sin razón
un viento de versos trajo
tal vez un puente, quizá el atajo
de la mutua comprensión.
A veces, sin ton ni son
se escriben cosas profundas
y otras tantas, moribundas
estrofas para el olvido.
Tal vez hemos departido
meras letras errabundas.​

 

​

Meras letras errabundas
pululan en mi alocada
mente sin llegar a nada,
o bien a estrofas inmundas.
Son ideas tremebundas
sin lógica ni razón
que producen desazón
al ponerlas por escrito,
y más de un lector bendito
ha pensado, qué simplón.​

​

 

Para exhibir sus bellezas,
a falta de mejor musa,
se maquilla con tristezas
mi estrofa que no engatusa.*


*Nota 1: sólo una cuarteta. Servicios mínimos.
Nota 2:
Siempre tiene el Efejota
que dejar alguna nota.
Sólo por hacerse ver
lo cretino que hay que ser.

 

Con mi farfulla conclusa
migro a la polimetría.
Uno de gaita gallega porfía
su ritmo loco y su musa
mas es un ritmo que el docto rehúsa
por esas cosas que tiene la vida.
Vuelvo a la vieja medida
para al hilo conservar.
Es cuestión de regresar
a la tierra prometida.​

 

Con mi farfulla conclusa
nos dijo
de fijo
quién la hizo con luz profusa.
Y en versos
diversos
se advierte que no es difusa.
Por eso
la acceso,
porque su brillo me aluza.

 

Les pido no considerar mi participación.

 

A la tierra prometida
nunca llega este Moisés:
el cuarto verso marida
mal, como los otros tres.*

*Nota: ¡Buffff..!

 

Mal, como los otros tres,
acabó el cuarto relato;
tuvo que pagar el pato
el esmentado Moisés.
Ni al derecho ni al revés
le salían bien las cosas,
de aventuras peligrosas
tenía la cabeza llena
y así, escena tras escena,
lo relataba en sus prosas.​

 

Lo relataba en sus prosas
para todos sus lectores:
rapar a los burros, cosas
de personas con calores.

 

De personas con calores
entiende la vampiresa
de mis noches, la princesa
de los muslos cegadores.
No controlo mis ardores
cuando llega esta mujer.
Y qué presencia, ¡joder!,
si hasta un santo temblequea
cuando su talle menea
en playas de Santander.​

 

En playas de Santander
me topé por la mañana
con una venezolana
de buen talle y de buen ver.
Un portento de mujer
que lastima la consciencia,
un misterio de la ciencia
que no logro descifrar:
¿Cómo lograría rimar
deseos con impotencia?

​

 

Deseos con impotencia…
es como anchoas con miel
o como helados de hiel
la intrigante sugerencia.
Hay un modo de turgencia
que con la azul pildorita
se logra antes de la cita
con gran efectividad.
Verá su virilidad
firme como una estatuita.​

 

Firme, como una estatuita,
quedé al oirlo, pasmada;
pero yo no dije nada
y así acabó la visita.

Es que yo soy exquisita
y tengo modales finos,
elegantes y divinos
y finjo que no me inmuto
reponiéndome al minuto
de sofocos repentinos.
​

 

De sofocos repentinos
creo entender un poquito.
Sin ir más lejos, ayer

me crucé por los caminos
a un conductor chifladito
zigzagueando por doquier.

Parecía poseído
por un Schumacher borracho.
Al volante, un mamarracho
de animal enloquecido,

mentalmente un poco ido,
con sesera de quebracho
balbuceaba su gabacho
¡viejo inconsciente y podrido!​