¡Más maderaaa!

Tampoco llevan apremio,
mis plegarias son quimera,
permaneceré a la espera
como un escritor bohemio.
Pero no seguiré abstemio
esperando el resultado,
no, tampoco estoy chalado,
que como buen vitoriano
tengo el vino siempre a mano
y ya cuatro me he tomado.


​

 

Y ya cuatro me he tomado,
más no precisa Javier,
y es importante saber
si es blanco, tinto o rosado.
No es igual si has abrevado
con néctar de cualquier uva
y acabar como una cuba.
Esto se ha de valorar
para al final evitar
que a la cabeza se suba.

 

Que a la cabeza se suba
ese humo delicioso
que aunque sea pernicioso
mi mente por él tituba
cual si fuera de Macuba,
con su efecto tan sedante
a mi ansiedad palpitante
calma con su mano etérea
entrando por vía aérea
este insano estimulante.

​

 

Este insano estimulante
que penetra en los pulmones
y que no atiende a razones
proviene del fabricante.
Es conocido y flagrante
que añaden la nicotina
y, a base de tu rutina,
consiguen que la consumas
y que, cada vez que fumas,
avance más la asesina.

 

Avance más la asesina
sobre mi orgullo pelado…
poco a poco me ha esquilmado
creyéndose una zarina.
Insensible, a mi rutina
la convirtió en un desquicio.
Cambié sexo por suplicio
por calentón desmedido.
Es muy poco lo que pido:
deshacerme de este vicio.

 

Deshacerme de este vicio
no va a ser nada sencillo,
empezó de monaguillo
como pago del servicio.
Se compensaba el suplicio
del calor de la sotana
(la maldita era de lana)
con un traguito de vino
dulce, alegre, santo y fino
que alegraba la mañana.

 

Que alegraba la mañana
con los cantos de las aves
ya viendo partir las naves
en la mar azul lejana
desde una loma alazana.
Él creía que algún día
en un barco partiría
a visitar nuevas tierras
y conocer otras sierras;
por saber se desvivía.​

 

De ideas sin atributo
se nutre una red social
y hasta se promueve el mal
con un descaro absoluto.
No debe haber sustituto
para el don de la lectura.
Me sigue dando pavura
el culto a la desvergüenza
y que la ignorancia venza
con muy poco a la cultura.

 

Con muy poco a la cultura
se deja en segundo plano
y se le niega la mano
en nuestra actual coyuntura.
Aburrida, lenta y dura,
sin blutuz* ni aplicaciones;
para qué tomar lecciones
ni acudir a bibliotecas,
son absurdas y resecas,
territorio de empollones.


* Creo que no hace falta ninguna aclaración a este palabro.

 

Territorio de empollones
para estos tiempos extraños,
en los que somos huraños
dándonos mil empujones
y patadas, cual balones,
en lugar de algún abrazo.
Biblioteca, ese retazo
de paz y tranquilidad
de la vieja sociedad,
¡qué entrañable su regazo!

​

 

¡Qué entrañable su regazo!
A gustito me sentía,
claro que yo no sabía
que podía ser pelmazo.
Y recibí el zapatazo
tan sólo por ser curioso;
yo intenté ser cuidadoso
pero no debí palpar
aquel extraño lunar
que imaginé misterioso.

 

Que imaginé misterioso
ese extraño caballero
que se bebió por entero
la botella, silencioso,
sin instantes de reposo
mientras la pared miraba.
La luz del Sol se ocultaba
y en sus ojos pude ver
brillos que han de estremecer;
el pobre desesperaba.​

 

El pobre desesperaba
y se cansó de rogarle,
también se hartó de cantarle
hasta que punto la amaba.
Más ella no le escuchaba
y solo supo decirle
que ya dejó de quererle
cuando él tequila tomaba.
En la canción está escrito
que aquella funesta noche
su amor había prescrito.
De lágrimas un derroche
tras el destino maldito
que le mató sin reproche.

 

Dijo haber nada sentido
tras matar al pobre perro
que ajusticio con un hierro
por culpa de su ladrido.
No hay que buscar el motivo
más si encontrar al culpable
y de forma razonable,
hallando en la Ley encaje,
castigar a este salvaje
por delito tan notable.

 

Todo se queda en quimera,
mi estimado Maramín,
si así ponemos el fin
a esta historia torticera.
Te ruego de esta manera
investigues el suceso
para aclarar el deceso,
consiguiendo algún testigo
que ayude a que un buen castigo
resulte de este proceso.

 

Resulte de este proceso
la firme investigación
pues requiere dura acción,
castigar el retroceso
y la violencia en exceso.
El cadáver en la mesa
mientras la sangre se espesa
una pista nos revela;
es la cera de una vela
entre la pelambre tiesa.​

 

Entre la pelambre tiesa
la cera, claro, revela
que tomaron de la abuela
la cosilla que “confiesa”:
El candelabro en la mesa
fue el objeto contundente
con el cual Fermín Vicente
a Luis le partió la testa.
De momento, solo resta
apresar al malviviente.

 

Apresar al malviviente
por partirle a Luis la testa
es ahora lo que resta,
pero Fermín es consciente
de que llamarse Vicente,
en un nombre así compuesto,
es como llevar un tiesto
encima de la cabeza
que le afecta a la corteza
de su cerebro funesto.

 

Las repelentes orugas
antes de ser mariposas
y convertirse en hermosas
son criaturas tarugas
tozudas y bien mendrugas
que todo el verde devoran
y en peladas ramas moran,
mas al romper las crisálidas
al llegar jornadas cálidas
al volar nos enamoran.​

 

Al volar nos enamoran
las ideas peregrinas
que nos sacan de rutinas
o los sueños rememoran.
Claro que siempre se escoran
al lado de lo imposible
en campos de lo increíble;
nos hacen sentir distintos
y romper nuestros precintos
muy lejos de lo factible.

 

Sin saber bien lo que hacer
me encuentro ahora en el foro
y es que llego y me enamoro
siempre tengo que volver.
Dicen querer es poder
pero a fe que no es tan cierto
a veces aunque esté abierto
mi ordenador no funciona
lo prendo más no reacciona
el pobre se queda muerto.

El pobre se queda muerto
no me deja contestar
algo tendré que inventar
y le pregunto al experto.
Ahora en el desconcierto
hay que programar de nuevo
y no cabe el desapruebo
porque sin él no soy na'
confío lo salvará
y volveré con el mancebo.

 

Por su buena voluntad
y dotes de buen amigo
aprecio a Claudio Rodrigo
en horas de soledad.
Ya somos ambos “de edad”
y opuestos en la política
pero abiertos a la crítica
si resulta constructiva.
Se nutre de perspectiva
una amistad monolítica.

 

Puestos donde se debiere
tiene él sus ideales,
sus objetivos finales
y el total poder que quiere
mientras el viejo se muere;
este ángel de Mishima
engaña tanto y domina
el arte de la tortura
que su esencia es maldad pura,
su ambición jamás termina.
​