Liras ligadas logran labrar los lúcidos locos

El día que te vi
caminabas sin pena por la calle
compraste un pirulí
me gustó tu detalle
y fuimos paseando por el valle.

 

Compatibilizar
el aceite y el agua es imposible.
Eres bella sin par
y yo soy invisible
en tu luz de farándula insensible.

 

Te he sentido inasible,
como el aire que pasa al soplar
con suavidad sensible
que me brinda al pasar,
que agrada, pero no puedo tocar.

 

No conozco el amor
para unos, sinónimo de lujuria
es desconsolador
me parece una injuria
que al declinar, con la edad, trae penuria.

 

Mi adversario me afronta
lo que hube construido se desintegra
Así y todo, es mi impronta
pensar en lo que alegra
y reír, aunque mi suerte sea negra.

 

Sé que pegó a la negra,
las marcas ví grabadas en su pecho;
sé que el amo se alegra,
cuando yazca en su lecho
he de vengar la afrenta por derecho.

 

Y sigo estando arrecho
por haber a mi negra castigado
en su bestial derecho
de negrero malvado.
Esta noche, villano, estás finado.

Pensando en la “Rebelión” del salsero colombiano Joe Arroyo, y un poco siguiendo el tema de Cyrano. Tal vez convenga aclarar, si hilamos fino, que si bien “arrecho” en Venezuela por ejemplo significa “airado”, en Colombia el tema es un poco más delicado: “arrecho” suele representar otro tipo de calores internos.

 

Que bueno que ha acabado
aquel horrible tiempo en que derecho
tenía un desgraciado
a dejar muy maltrecho
el cuerpo de una negra, pérfido hecho.

 

Me encuentro insatisfecho.
Le grito al viento y nunca lo detengo.
Me trajo, de tu lecho,
esencias que no tengo
y que en un corazón tenaz mantengo.

 

Verás, yo te aprevengo
si es que quieres llegar a algún acuerdo
que dinero no tengo
y yo siempre me pierdo
por esos andurriales del recuerdo.

 

Pesqué tremendo pargo.
Me dispongo a freírlo en la sartén.
Me miras carilargo,
vegano, con desdén.
Yo insisto: cada quien es cada quien.

 

Yo no sé si está bien
que busques el amor, si estás perdida
y no halles parabién
si aún sangra la herida
de ese otro amor que fue toda tu vida.

 

Tan autocontenida
y tan bella por partes casi iguales…
Mas desapercibida
no pasas. Son sensuales
tus labios y tus ojos celestiales.

 

Mi tía es muy austera
no gasta que ahorrar es fundamental;
y sé que ahora espera
que el interés marginal
de nuevo lleve al cielo el capital.

 

La pimienta y la sal
fuiste de mi existencia reposada.
Picante sin igual,
pero de tan salada
la presión me subió desenfrenada.

 

Yo sé de una abogada
que no merece tal nombre ni honor
es por desvergonzada,
por falta de rubor,
que le apodan cuatrera la mayor.

 

Dicen que el alcanfor
le brinda al corazón bestial latido
y el pícaro inventor
afirman fue Cupido.
Dio más ardor contigo haber vivido.

 

Mis afectos divido
entre ellos, los que siempre me dan todo,
por ellos yo he vivido,
y a los que de algún modo
me acompañan andando codo a codo.

 

La cintura me ciño
con un delantal, quiero hoy complacerte
me haz anunciado un niño
soy un hombre de suerte
Bendigo la fortuna de tenerte.

 

Has sabido temerte
pues tus impulsos queman hasta el hielo
y has temido saberte
de incontrolable vuelo.
Goza, al ver que tu amor desencarcelo.

 

No me tomes el pelo,
no me mientas así que no transijo;
la mirada hacia el suelo,
tu recurso prolijo,
quita toda emoción al acertijo.

 

Ando por la cornisa
rumbo a tus cumbres, valles y lomadas.
Aires de pitonisa,
pasiones desbocadas
le brindas a mis noches agitadas.

 

Pasiones agitadas
me ha causado tu verso zalamero,
mas son las almohadas
las que escuchan te quiero
cuando yo estoy soñando, compañero.​