Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Vi una naranja sanguina
a los seis por vez primera.
¡Pulpa de Drácula fuera!,
me pareció muy cochina.
Hoy la exprimo en la juguera.​

 

Prepara para el verano
el ritmo de la aventura
y desata la locura,
nos invita Galeano:
"Quien empuja al sol lo apura".​

 

Mucho “Eneas”. Creo que te ha quedado uno de nueve.

Es que uno siempre se apura
en esto de las quintillas.
Sobran, faltan silabillas
de buena fe, ¡omisión pura!
en literarias semillas.​

 

¿Cuándo inventarán semilla
para sembrar la quijada
con una nueva camada?
Para el diente con polilla
reemplazar de una sentada.

 

Aquí te espero sentada
en esta verde pradera,
tu recuerdo de bandera
bajo la luna encantada,
en noches de primavera.

 

Es la hermosa primavera
la que trae la ilusión
y esa bella sensación
de que en el jardín espera
la loción de la pasión. ​

 

“Más malo que la pasión”
era un dicho de mi infancia,
pero digo sin jactancia
que siempre algún reventón
de pasión me dio abundancia.​

reventón: m. Méx. juerga (‖ jolgorio).

 

Yo no digo que abundancia
pero hubo, hay, habrá pasiones
de todo tipo, a montones.
Sentir con mucha prestancia
crea en la vida ocasiones.​

 

Siempre habrán las ocasiones
de recordar el pasado,
ya sea por sensaciones
o el haberse enamorado,
disfrutando de un helado.

 

Disfrutamos de un helado
y de aquel dulce momento,
de hamacas y de aquel cuento,
de nuestro cielo estrellado,
del calor de nuestro aliento.​

 

El del "cuento" es de siete, estimado.

Verlo me quitó el aliento,
pétreo, muy inexpresivo.
Odiaba sin un motivo,
leve insulto y descontento
con don de agresor pasivo.
​

 

En los pagos de Dolores
recaló el tatarabuelo
de Piamonte, les revelo.
Supo atender ardores
de una doña de este suelo.​

 

Tarjeta con corazones
pintados alrededor,
en un sobre, por temor,
guardo por varias razones.
Soy fatal para el amor.

 

"Que lo pisado es pasado"
versa el refrán de gigantes,
quienes van pisando errantes
persiguen el resultado:
el aplastar contrincantes.​

 

El fruto que da la anea
de color castaño oscuro,
y se observa desde el muro
arriba de la azotea,
donde la tristeza curo.

 

Luciendo un dorado diente,
una mole, corpulento,
solo le llevó un momento
terminarse el aguardiente
como si fuera alimento.​

 

¿A qué se llama alimento?,
no hallo cómo responderlo.
Trozar cartón y comerlo
me da más certeza, intento
saber qué, sin entenderlo.​

 

Tal vez requiera comerlo,
digerirlo y sin un daño
evidente al ir al baño
y no a un órgano perderlo
en el término de un año.​

 

Mas no he podido olvidarla,
en el transitar estremece
con su presencia que crece,
siento que puedo besarla,
por la noche contemplarla.​

 

Cada día contemplarla
en la tienda de la esquina
y dejarla en tu retina
por que si quieres comprarla
te hará caer en la ruina.

 

Conozco mucho de ruina
(más que de escombros, ruindad)
pero prima la verdad
en esplendor, cristalina,
tarde o pronto sin piedad.​

 

Clamaba, ¡piedad!, ¡piedad!
a los miembros del jurado,
juro que no lo he matado
y les digo la verdad,
siempre he sido un hombre honrado.

​