Poco mordedor

Sólo tres melocotones
le dieron vida a mis versos,
tan malvados y perversos
como ruedas de camiones.
¿Dónde están los orejones
que tenemos que cenar?
Indagué en un lupanar
pero no los encontré.
No es más ciego el que no ve,
es quien no sabe mirar.

Y después de este dislate
me cubriré de lirismo,
que no hay mayor espejismo
que escribir un disparate.
¡Fomentemos el debate
por la lírica servida:
sin poemas ya no hay vida,
y sin vida ya no hay ser!
¿Por qué tengo que ceder
a una vida ya extinguida?

Tras expresar mi lamento
contaré una bella historia
que pretende ser la gloria
de un sublime testamento.
Pero, por más que lo intento,
esa historia no me sale:
¡Ay, Churrete, ya te vale!
La de poemas que hacías,
incluso cuando dormías...
¡Mereces que te apuñale!

CHU

 

Muchísimas gracias, Ángel... ¡Me abrumas! Un abrazo de CHU.

 

Gracias, Luciana... Un besito entrañable de CHU.

 

Bueno Chu, aprender a vivir con lo que nos queda es una virtud. Conservas en estas páginas las prueba de tu buen hacer poético, de tu enorme talento para crear, que como podemos ver no se ha perdido.
Un abrazo grande.
Isabel

 

Gracias, Juglar... un fuerte abrazo. CHU.

 

Gracias, Marah. Un saludo. CHU.

 

Gracias, Isabel... otro gran abrazo. CHU.

 

Que jartà de reír, estimado Vicente. ¡Cuánto sarcasmo! Lo veo como una divertida parodia de la filosofía barata y la pretenciosidad. ¿Eres siempre así? Por favor, invítame a merendar. Me voy a estar riendo todo el día. Un saludo. Luis

 

Muchísimas gracias, amigo mío... Un abrazote de CHU.

 

Mi querido Luis... te tengo que confesar que sí, que soy -como dicen mis estudiantes- un profe atípico: truhán y señor (tengo más de truhán que de señor). En cuanto a lo de la merienda, que nos reiremos, podría ser posible. Todos los veranos, en agosto, voy a un pueblo de Valencia que se llama Macastre. Es cuestión de quedar. Un fuerte abrazo de CHU.

 

Conociéndote, querido Luis, sabía que, aunque de lirismo cero patatero, podría gustarte. Un abrazote de CHU.