Dulce eco. A mi hija Paloma.

¡Calle!, ¡calle!*, decía, alma mía.
Todo el mundo quería ella ver.
De Alemania a Estambul, a saber,
Argentina, Brasil, Rumanía...

Pero vino mi fiel redentora,
de mis llagas cuidó, hasta que sana
me ha dejado, feliz y lozana
y ha partido a su mundo: andadora.

Y he quedado sembrada de amores.
Más afecto no puede caber
en esta alma, jarrón siempre seco.

Aun percibo su aroma de flores.
La canción con su voz de querer
me resuena en el alma, dulce eco.
​

*Decía cuando quería salir de paseo.

​

 

ternura y melancolía, amor, cuidado y redención, solo para partir nuevamente.

 

Un placer detenerme en sus letras y sumergirme en ellas amiga Luciana.
Un fuerte abrazo siempre.

 

Luciana, tu poema es fresco en mi expresión colombiana (jovial, tranquilo como un paseo, a gusto), un delicado cantar, es afable. Hermoso que puedas compartirlo. El gusto por viajar es tu culpa, le pusiste Paloma, ni modo

 

Los hijos protagonizan nuestros recuerdos más vívidos. Un beso, Luciana.

 

Muy dulce y sobre todo, muy profunda... "la espiritualidad" que nos obsequia
el mensaje de vuestro hermoso poema. Mis felicitaciones, estimada compañera
Maca... Cordialmente:

 

Alde, querido poeta, dices palabras siempre sabias y amables, muchas gracias. Un abrazo.

 

Eso, quedé sorprendida de su amoroso cuidado. Gracias por tu profundo comentario. Un abrazo.

 

Oh, Sergio, qué milagro encontrarte, es un gusto saberte. Muchas gracias por tu amable comentario. Un beso.

 

Querido Iván, gracias por tu gentil comentario que siempre me da mucha alegría encontrar. Un abrazo.

 

Me encanta ese nombre: Paloma. No sé a dónde habrá ido tu pequeña andadora, pero se siente como un ave que se ha acurrucado en tu corazón para siempre.
Guárdate del frío, querida Luciana, y recibe mi cordial abrazo.

​

 

Muchas gracias por tan bonito mensaje, cuídate tu también y pásala muy contento estás fiestas. Un abrazote fuerte.