Domingo de resurrección

¿Dónde olvidaste a mi alma embrutecida
cual sinfín de langostas en la umbría,
horizonte de enjambres, lejanía
para ti de canción con voz mordida?

¿Recuerdas dónde está su bruta vida,
bajo una piel de hombre la agonía
de todos los furores en un día,
que te sirvió su vino por la herida?

Un cielo de amapolas y carbones
voy buscando en los cielos diminutos
que abrió tu dulce filo en mi costado.

Yendo a tu corazón en el que pones
la memoria cual cuerpos de difuntos
soy más muerto de haber resucitado.