Sangre tuya y mía

Quisiera ser tiempo ingobernable,
para que nada me ate a la efimeridad,

quisiera ser sustento del viento,
para impulsar todo destino,

aún más quisiera ser hijo del futuro,
y ancestro del pasado,

primordial se encuentra nuestro anhelo,
cuando amamos ser más de lo que somos,

indomable el tiempo se renueva,
como si cada ciclo fuese fácil de engendrar,

no apreciamos la voluntad del viento,
cuando su fuerza deje de impulsarnos,

nos veremos anclados al declive,
cuando la tierra no gire, imploraremos por sangre,

de esa a la cual el corazón entiende,
de esa con la que la consciencia logra añorar.

 

La conclusión de este poema parece señalar una reflexión profunda sobre la naturaleza del tiempo, el anhelo humano de trascender los límites, y la advertencia de lo que sucede cuando dejamos de valorar las fuerzas invisibles que nos sostienen. El poema comienza con un deseo de libertad y poder—ser tiempo, ser viento, ser más de lo que somos—pero culmina con una visión sombría: si olvidamos lo esencial, quedamos estancados, implorando por aquello que da vida y sentido. En suma, el poema concluye con una llamada a recordar y valorar lo que impulsa nuestra existencia interior y colectiva.

Saludos cordiales