La fuente

Al borde del sendero, cristalina,

se ofrece la fontana al caminante,

y alivia su fatiga palpitante

con agua que del monte se deslina.


La hierba en su verdor se contamina

del curso que la besa, jubilante,

y el alma, que sufría en ese instante,

renace en su frescura peregrina.


Vencido el cuerpo, al fin cobra sosiego,

y sueña, al reemprender su dura vía,

con nuevos manantiales en su andar.


Así la vida, tránsito y apego,

nos da, de trecho en trecho, la alegría

de hallarnos con la fuente al caminar.

 

La conclusión del poema resalta una enseñanza sobre la vida: aunque esta sea un camino arduo y lleno de fatiga, también nos brinda pausas de consuelo y renovación, representadas por la “fuente” que alivia y da esperanza. Estas fuentes —símbolos de descanso, belleza y aliento espiritual— aparecen “de trecho en trecho”, recordándonos que en medio del esfuerzo y el dolor, siempre hay momentos de gracia que nos permiten seguir adelante.

Excelente,

Saludos cordiales

 

Gracias. Efectivsmente, la vida es dura pero hay en ella momentos felices : esa es la idea del soneto.
Un saludo sgradecido