Para nunca empezar

Semillas germinan de la tierra torturada,
existencias marchitas buscan nueva luz,

sinuosas elevaciones marcan incertidumbre,
precipicios de tristezas agotadas,

clavan las mentes sus pesares,
donde la calma hace nido,

sus anhelos desean fuego,
y sus cenizas, justicia,

vuelan las nubes,
elaborando una nueva forma de sumisión,

cuando no se pueda apreciar el horizonte,
caminaremos sin contar los pasos,

construiremos sin apreciar nuestra memoria,
destruiremos y nos dejaremos destruir,

pasados colapsan,
como inertes cuerpos,

posiblemente seremos futuro,
volveremos al inicio, para nunca volver a empezar.

 

En medio del colapso, la pérdida y la repetición de errores, el poema deja una sensación de ciclo inexorable: incluso al construir o destruir, quizás estemos destinados a volver al inicio sin redención. La esperanza parece ceder ante una resignación profunda, donde el futuro no es promesa, sino eco del pasado que no supimos transformar.

Saludos cordiales