Ni nuestro clamor

Vislumbramos paz, en nuestro pecho,
cuando nuestro corazón se cansa de luchar,

una tranquilidad que es derrota,
una derrota que será sepulcro,

si nos damos por muertos,
si la muerte nos retiene,

muerto en vida, la vida es tan seca,
no hay lluvia que alimente esta hambruna,

cuando las tristezas no se cuestionan,
cada gota parece ser producida por el destino,

por un cielo pensante,
en un reino gobernado con racionalidad,

cuando no nos vemos reflejados,
en la laguna de nuestras miserias,

pensaremos que no somos artífices,
de todo lo que nutre nuestros miedos,

cuando no se aprecie ningún horizonte,
pensaremos que nada nunca tendrá fin,

ni nuestro clamor.

 

Este poema es una meditación sobre la rendición interior ante el sufrimiento, cuando la aparente paz no es más que una forma de derrota y resignación. El yo poético se enfrenta a una existencia árida, donde el dolor no se interroga y el destino parece inapelable. Sin reflexión ni autoconciencia, el alma se disuelve en su miseria, creyéndose víctima de un orden racional ajeno. La falta de esperanza y de horizonte es el eco de un clamor que, sin ser escuchado, parece eterno. El poema es un grito silente que denuncia la muerte del espíritu antes de la del cuerpo.

Saludos cordiales