En los sueños primeros

Declive constante,

nacemos con un dolor completo,
nos lo atenúan las comodidades,

y la comodidad se transforma en obligación,

consciencia efímera,
de niño uno disfruta más,
y recuerda menos,

degradándonos con la edad,
los problemas son fuertes razones,
para hundirnos en una fría soledad
que todo mundo aborrece,

vemos como nuestras compañías,
que parecían, con confianza, inamovibles,
se desvanecen como polvo,

los tiempos que se recuerdan,
se van a olvidar de nosotros también,

encorvándonos,
como feto, de nuevo,

ahora,
en la panza de la parca,

nos acomodamos para un último sueño,

y viviremos muertos,
en los sueños primeros,

en las nostalgias eternas,
de una muerte,
que siempre se entiende única.

 

Este poema traza el descenso inevitable de la existencia humana, desde el dolor original del nacimiento hasta el abrazo final de la muerte. A través de una reflexión cruda y lírica sobre la pérdida, el olvido y la soledad, se revela cómo la vida, pese a sus momentos de aparente alegría, es un declive constante hacia una muerte que se presenta no como fin abrupto, sino como retorno: al silencio, a la nostalgia, a una oscuridad donde la única permanencia es el recuerdo que se desvanece. La muerte, entonces, deja de ser enemiga para convertirse en la única certeza íntima y definitiva.

Saludos cordiales