Del horror

Ilusiones viscerales,

la carnalidad de la noche es ataúd,

entre estrellas ahorcadas,
mis sueños danzan con mis miedos,

mis suelos son trampas mortales,
para aquel que busque comodidad,
para aquel que espere compañía,

senderos repletos,
son excusas perfectas,
para que el tiempo domine,

reflexiones vacías,
porque nadie comprende todo final,

emergerán de entre los restos,
anatomías de nuevas torturas,

dolores eternos serán,
encorvamientos
de inmortales apesadumbrados,

florecerá la enfermedad,

y un nuevo edén
probará de la manzana del horror.

 

Al final, las ilusiones se disipan, dejando solo el eco del vacío. El ciclo se repite, sin redención ni respuesta, un continuo dolor disfrazado de transformación. El horror no es el fin, sino la constante que nos acompaña, recordándonos que lo que florece de la oscuridad nunca es realmente nuevo, solo una sombra de lo que ya fue.

Saludos cordiales