Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

No hay que temer al error
a veces no cuento bien,
diptongos son mi temor.
Disculpen, es mi clamor,
ustedes son mi sostén.​

 

Que me llames tu sosten
veo en ello un gesto noble
si soy uno, tu eres cien
eres mas fuerte que el roble
y eres mi ejemplo también

 

Cuando escribes, tú también
sabes siempre lo que escribes
y al hacerlo no te inhibes
y escribir un parabién
te honra, si así lo concibes

 

Que exista no lo concibes
el amor que yo te ofrezco
con las derrotas yo crezco
los reproches que me escribes
créeme no los merezco

 

Dijo Dios, no lo merezco,
a pesar de que me ofrezco,
que el mundo se mate así
sangre rojo carmesí
cada día que amanezco.

 

Me despierto y amanezco
cansado por culpa tuya
tu ronquido me apabulla
si sigo así yo perezco
ya no soporto la bulla

 

Yo te quiero y te hago bulla
porque quiero que me quieras,
pero mi ansia no es la tuya.
A mi siempre me apabulla
el enfriarme en mis esperas.​

 

Eso pasa cuando esperas
y el alguien no se aparece
es claro que no merece
que lo ames de esas maneras
con ternura que efervesce

 

La champaña que enfervece
este recuerdo y deseo
me recuerda a Prometeo,
que enciende (y desaparece)
más llamas sin titubeo.​