El sol incendia la tarde

Blanqueando cintas amarillas,
fue la grácil facilidad del aire
en la plenitud del suspenso
la que embargó orificios en labios
de las bocas, quitando sentido a
la inquietud en movimiento...
Y en la amplitud confusa del
desierto - en el enroque -renació
el follaje casi inmenso.
Ardiente es la hora extraña de
las brasas,
y el devenir de los días inexorables
si sofocan las tonalidades del fuego.
Traté de detener tu paso pero
avanzaste en la sugestión del
comienzo
y sobre la piel del árbol de costras
se dibujo la brisa naranja en el suelo.
Sé que odias lo sereno y apartas
de la noche sin estrellas el azar y
lo fortuito...
Quisiera encontrarte pero tropezaré
contigo hasta hundirnos en la misma
instancia, con tu espalda arqueando
la flecha mi corazón recibirá su merecido.
Solo si te apiadas tal vez algún susurro
no horrorizará el duelo...
Peo aún vuelas destiñendo la jornada,
aún vuelas huyendo de todas las causas.