Buena madre (o los gatos no tienen sobrinos)

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No hay madre mejor que ella.
Ella, gata blanquinegra y naranja.
Dos veces al año trae al mundo tres, cuatro
o cinco minigatos.
Les amamanta, les protege
de los peligros y las inclemencias del tiempo.
A veces pasa días sin comer
(y se queda como una triste raspa)
por estar junto a sus cachorros.
Sabe bien de quién fiarse.
Les enseña a desconfiar de perros macarras, coches
y ciertos humanos.
Y cuando cumplen un par de meses
se los presenta e intenta endosar a algún tipo
con buen fondo
pero al que nunca le sedujo demasiado
la bonita idea del edén familiar
ni la abnegada virtud
de criar una prole de futuros capullos:

o sea, a mí.

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Buena analogía.

 

Gracias, Daniel. Un abrazo.

 

Es que algunos de esos peluditos son unos verdaderos hijos de su no tan buena madre. 
Y así comienza la historia: primero uno, luego el otro para que el primero no esté tan solo... y así pasa también con la prole de capullos. jajaj
Me da gusto haber encontrado este poema tuyo, Luis.
Abrazo grandote.

 

Realmente este se podría considerar un poema de la nueva corriente filosófica antinatalista que se está poniendo tan de moda últimamente (y que tanto hace cabrea a unos que yo me sé), jeje.
Y bueno, la verdad es que a la mamá gata tuvimos que esterilizarla porque sino en pocos años hubiera montado una ciudad gatuna en el barrio. Mis dos gatitas actuales también son hijas suyas.
Pero sí, confieso que los niños no es lo mío, especialmente los "angelitos terremoto"
Muchas gracias por tus lecturas y likes a estos viejos poemas, querida Romi. Un abrazazo transoceánico

 

No será el sobrestimado edén familiar, pero sí una familia. Y no de las problemáticas, siempre que cabal y humildemente sepas, como yo, que tu gata siempre tiene la razón.
No solo eres chingón en lo que haces, carnalito Luis, sino también en lo que eres: humano. Tus gatas, mis gatos y yo lo agradecemos y celebramos. Va un abrazo.