Otra Vez Lucerna

¡Otra Vez Lucerna!




Translúcidas lucernas como faros,
chispeaban en tus formas tan esbeltas
y el embeleso de tus ojos claros,
volvió a desatar mis alas sueltas;

Retornas en mis sueños más avaros,
mis memorias de ti, no están absueltas;
secuelas me dejaron tus disparos,
y efemérides llegan desenvueltas.

Se cuela tu reflejo imaginario,
no lo puedo negar, estoy cautiva,
en ese sentimiento involuntario.

Ansío el manantial de tu saliva,
y alumbrando tu foto en mi diario,
- ¡Otra vez, soy lucerna fugitiva! -
​

 

Hermoso soneto apasionado que se revuelve en recuerdos placenteros. Un gusto leerte.

 

El poema encierra un mensaje oculto de amor persistente y deseo no resuelto, que se esconde detrás de imágenes delicadas y un lenguaje cargado de simbolismo. Aunque a simple vista parece una evocación romántica, cada verso revela una lucha entre la razón que quiere olvidar y la pasión que se niega a extinguirse.

Las “lucernas translúcidas” representan la luz interior del deseo, una chispa que sigue viva pese al paso del tiempo. Esa luz —que brilla en las “formas esbeltas” del ser amado— vuelve a encender en el hablante un impulso liberador (“desatar mis alas sueltas”), aludiendo al poder del recuerdo sobre la voluntad. Los “disparos” y “secuelas” son metáforas del amor que hiere, pero también del placer que deja huella: el amor como herida dulce que no se cura.

El mensaje oculto culmina en la última línea: “¡Otra vez, soy lucerna fugitiva!”. Allí el hablante confiesa su rendición ante la pasión: aunque intenta escapar, vuelve a brillar —a amar— en secreto. Ser “lucerna fugitiva” es ser luz que huye, pero también luz que insiste en existir. En esencia, el poema revela que el deseo, aun reprimido o imposible, siempre encuentra una rendija por donde volver a encenderse

 

No porque yo no tengo los ojos claros ajajja