AMOR A LA ANTIGUA

En tus claros ojos, florece mi vida.
Un sol radiante que ilumina mi ser,
cada mirada, un verso, una melodía.
Tu risa, el viento que me hace renacer.

Tus labios, pétalos suaves en la brisa.
Susurran secretos de sueños y anhelos,
estrellas caídas, el cielo precisa.
Esas luces que dibujan nuestros cielos.

Eres tú la luna que baña mis noches,
refugio sagrado de mi corazón,
tu risa, la brisa que apaga mis broches,
mujer, y en tu abrazo encuentro mi razón.

Eres el poema que nunca se olvida.
Cada verso fluye; es preciosa canción.
Y siempre en mis sueños te siento, mi vida,
destilando ese amor, pura devoción.

Déjame escribirte, mi musa divina,
con tinta de estrellas y miel en mis manos,
cantando en la brisa es pasión que adivina.
Que en cada latido te elijo, y no hay planos.

Amor, cada verso que nace en mi mente,
te entrego mis sueños, mis miedos, mi paz,
en danza del tiempo, más precisamente.
Un solo susurro de eterno compás.

Jaime Correa
Poeta Chileno

 

Defectos del poema