Liras ligadas logran labrar los lúcidos locos

Por esas arboledas
hay un cofre enterrado junto al río
con metales y sedas
que guardaba mi tío...
Tal vez encuentres algo que era mío.

 

Es cuestión de buscar,
tal vez hallemos algo en el camino.
Nada cuesta probar,
me dijo mi vecino,
que es posible que encuentres tu destino

 

Pero hay que tener tino,
se pierde mucho el tiempo si no buscas
sabiendo algún destino,
y más si es que te ofuscas
y empiezas a gritar tus frases bruscas.​

 

Usan joyas etruscas
e imitan esos bailes del pasado,
son danzarinas chuscas
y he visto en algún lado
un libro de ese origen agotado.

 

Me quedo anonadado
con liras que parecen manantiales
del verso desatado.
Las mías son frugales
pero por suerte, salen naturales.
​

Ha salido de esta forma, sin deseos de ofender a nadie. A mano alzada y sin pensar.

 

Tus versos manantiales
de imágenes que siempre me deleitan
son para mí esenciales
las neuronas me aceitan
de sus usuales greñas las afeitan.

​

 

Algunos se deleitan
con el gesto de no tender la mano.
Se divierte el villano
cada vez que se aceitan
los engranajes del control humano.​

 

No me parece sano
dejar con el saludo a una persona,
mas lo repito en vano
porque nunca razona
discute, da portazos y se encona.

 

Más tarde se apoltrona,
bebiendo sus cervezas con descaro.
Su forma barrigona,
un bulto amorfo y raro,
esconde las espinas de un saguaro.​

 

Parece un hombre avaro
solo quiere comprarse la bebida
piensa que todo es caro,
sin que nadie le pida
dice que él nunca ofrece ni convida

 

Si come y no convida,
seguro no será una gran pareja.
Desperdicia la vida,
lento se vuelve vieja,
tu amiga por servírsela en bandeja.​

 

Oigo zumbar la abeja
e imagino las flores, las que ronda.
El zumbido se aleja
y el aroma de fronda
invade mis sentidos, brisa oronda.

​

 

Recuerdo aquella fonda
donde alondra le fuera al parroquiano.
Era su pena honda,
velada en un soprano
adueñado del joven y el anciano.​

 

Y a veces era un piano
sonámbulo en la noche silenciosa
resonando lejano...
Y en la selva frondosa,
el canto de la alondra misteriosa