La canción de los puentes y el rocío

Juntaba cáscaras de lápiz mientras tu cuerpo descansaba en la noche eterna
Después cuando soñaba, las veredas del mundo eran largos toboganes
Y nosotros sus pasajeros celestes dispuestos a cruzarnos,
Los mansas edificaciones de la lluvia, los contornos y los besos
Eran la misma puerta apuntando al infinito.
Nunca pude dibujarte eras también como el agua entre dos naves
Donde ceremoniosamente mi esperanza
Soplaba tu nombre de pájaro y piedra
con la cadencia del único hechizo aprendido del silencio.

En ese entonces el presente era solo sombra colgando entre faroles
Oscilaba la luz entre los días que contaba, los inmensos desiertos de la fiebre
Que contaba para verte.

Alguna vez pude apenas pronunciar ciertas palabras,
Pero estaba proscrito de la magia necesaria.
Yo vivía las urdimbres de quien no alcanza el desahogo
En un pueblo sumergido paso a paso por fantasmas.
Y mientras tanto el Dios de los destinos
recitaba nuestra suerte con las manos calcinadas.






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defines el amor con la intensidad de la vida, aún si uno no pudo dibujarlo por estar entre dos naves.

un gusto leerte

 

Gracias por tu comentario Mariela, De eso se trata no? de definir con las pocas fichas que tenemos, la inmensidad de la ruleta de Dios.

Besos.

 

Lindúisimo poema y un gran poeta: Debujas con tu pluma esa cantidad de figuras y bellas metáfora. Me encantó. Un placer encontrarte, soy fanática de los poetas Argentinos, escriben bello.Te dejo mis estrellas y mis Saludos.*Coral*

 

Coral, un abrazo un cariño gigante, y todas las cosas dulces para tí.

(Gracias por tus lindas palabras)

 

(yo lo que no puedo entender es qué hacen estos poemas increíbles perdidos por allá abajo, tapados con mantas... que destellan las luces que siempre me llaman a despolvarlos)

porque cuando te leo
soy yo la que se pierde
por esas veredas como largos toboganes /
es mi rostro el que absorbe
las mansas edificaciones de la lluvia

me muevo por tus letras
con la cadencia del único hechizo aprendido del silencio

y cuando vivo las urdimbres
de quien no alcanza el desahogo
busco estas líneas
que me devuelven la sonrisa.

 

Despues de tanto tiempo, vuelvo y leo sus comentarios. Asorado, asomado al monitor como un incrédulo
al que le han prometido la gran panacea.