Veía blanco

Bajabas con ese hombre de
sombrero igual corona já!
que viene triunfante,
sin miedo y fuerza yá!
que deja inmóvil al pasar,
por el tobogán de algo
que decían se llamaba felicidad.

De pronto es una gran luz
resplandeciente, que me
ciega yá!, los dos me
cogen y me sacan de ese lugar,
pues el barro, el unguento
artificial, me asficciaba más y
más, que ahí no tenía
mortalidad.

Y veía blanco no mas,
pues mis ojos no servían ya,
solo escuché tu corazón junto
al mío, que parecía un suspiro
de tranquilidad,
en comparación al mío,
tan inmenso corral.

Desperté, ¿curado estaba yá?
que apenas reconocer tu dulcúra
en ese lugar, pues como
teletransportar iría al mismo
lugar con sufrimiento quizás,
pero sin dejar de amar.​

 

Oye, buen poema... felicidades.
Al final, vaya, el amor lo es todo...
Un abrazo.

 

gracias gracias