NACER

La voz me cruje,
con el temor
de un viejo bajel.
Con ese miedo frágil
de una telaraña de cristal.

La nada abofeteó
mi rostro por sorpresa.
Me astilló el pecho
con su cuerpo desnudo.

El baile de mi corazón,
continuó,
sin música.

El invierno entró
por mis uñas,
y me escarchó
las esperanzas.

El instante sobrio,
el pedazo estúpido
de reloj cotidiano.
Me anzueló las manos,
y tiró de mí,
de mi mar sereno.

Me lanzó a la tierra,
respiré su polvo
tóxico y ferroso.

Y comencé a morir.
Ya llevo treinta y siete años
agonizando.
Y mis ojos apenas
recuerdan al mar.

 

Excelente poema amigo viento-azul...me agradó pasar por tu puerta y entrar a leer buenos versos..me gustó mucho la estrofa:
El baile de mi corazón,
continuó,
sin música.


Un abrazo,

Robert G

 

Gracias Roberto, es un lujo tenerte aquí,
sabes que siempre eres bienvenido, y ... esperado.
Un abrazo.

 

No pude evitar sentir un estremecimiento al leerlo,senti la desazon del tiempo transcurrido en vano y como el corazon se cierra a las veleidades jovenes. estupendo.

 

Gracias por atracar en este muelle,
Dile al mar que sólo puedo ver sus pies,
pero que la sigo deseando.

 

Fuerte este Poema, poblado de aquella melancolía que de modo narcisista me arrogué como toda mía y que vos me sugeriste ubique en la papelera.

Incansable, tu vertiente de imágenes. Así que ahí va mi mar, para que te nutras.

 

Evocador tu mar. Pero el mío es el MareNostrum. La madre del cordero.
Tienes razón, pero el papel de mis folios, es mi papelera de reciclaje,
una vez allí, le cuesta saltarme encima otra vez.
También en las hojas, meto el resto que me sobra, alegrías, imágenes ... amor, etc.
¡Anda, que no necesito abuela, si me lo digo todo!