Disculpa

Amor del ayer,
me gustaría decirte tantas cosas,
que hoy siento palabras sin sentido,
porque sé que nada importa ya,
pues me he convertido, tan solo,
en un recuerdo acariciado,
en momentos en que las prioridades,
nos dejan pensar un poco en ellos,
en las cosas que sentimos y en las que nos hicieron sentir,
las disculpas que fuimos incapaces de darnos,
las excusas que nos esgrimimos a nosotros mismos,
para poder continuar con paso firme, el resto de nuestros divergentes caminos,
tratando de no pensar en lo que pudo haber sido,
de haber estado de nuestra parte el destino.
Me gustaría pedirte disculpas por mis errores,
por mis silencios cobardes,
por mi falta de tacto contigo,
por no aprender nunca, que te perdí por mi egoismo,
no imaginando en ningún momento el dolor que ello, me causaría,
en mi histórico y lacerante estoicismo.
Ahora, cielo, estoy en paz conmigo mismo,
vuelvo al estado catártico de los muertos sin cobijo,
esos que vagan cada día, de camino a sus casas,
tras sus persianas de falsa seguridad,
en sus camas de piedra caliza,
en sus faltas de ganas de soñar.
Sé que, siempre que escribo, te hablo o te miro,
parece que con mis palabras, te culpabilice sin motivo,
pero esta noche no es el caso,
ya no hay reproches, ni rabía, ni impotencia en lo que escribo,
solo son palabras, que lanzo al mar, no importa ya si llegan a tierra o mueren en el fondo del olvido,
las escribo para que no las leas, con la esperanza de que sean mi testamento vital,
mi disculpa por toda la eternidad, y con ellas mi agradecimiento sincero,
de los días que me hiciste sentir que no estaba muerto,
para devolverme tras mi egoista resurreción, a las puertas del averno.
Mis acciones, mis canciones, mis palabras, mis silencios, todos te imploran
que algún día dejes de sentir por mi el abismo de dolor que te separa de estos ojos y estas manos,
que saben a fe mía, que jamás volverán a ser tus caricias, ni tus recuerdos serenos,
cuando todo se desmorone en el presente incomprendido del impuesto camino.
Tantas veces me he despedido sin querer hacerlo,
tantas veces he tratado de ser fuerte sin sentirlo,
tantas veces he soñado con el perdón y la historia de cuentos de hadas,
pero no soy el príncipe de esta historia, sino el bufón del libro.
Te ruego, alma mía, sepas perdonarme por todo el dolor inflingido,
por todas las lágrimas derramadas, por todos los ratos de sueño perdidos,
que seas muy feliz, que encuentres paz y sosiego en tu futuro incierto,
y sepas que, al otro lado del abismo, se encuentra el hombre, que una vez,
habría dado su vida, por haber llegado a estar contigo.

 

Te doy las estrellas, me parece un poema precioso, siento cierta identificación con historias de mi vida. Me ha provocado muchos sentimientos, agrazco poder haber leido tu poesia.
Un saludiño!