"Y , ¿qué es la guerra¿...el objetivo de la guerra es la muerte, y sus medios de espionaje: la traición entronizada, la doblez y la mentira, la ruina de los pueblos con el pillaje o el robo para el aprovisionamiento del ejército . Se suprime la libertad para llamarla disciplina..., La ociosidad, la ignorancia, el despilfarro, la embriaguez.. Y resulta a pesar de todo esto una casta superior respetada por todos ."
Podría subirme al tejado, contemplar las nubes desde allí y echarles un lazo. Podría aprender a amaestrarlas para que se quedaran a mi lado. Nubes tímidas creciendo juntas, suspirando de tanto en tanto y soñando. Contemplo una bandada de pájaros. Un desconocido dice que son estorninos, parecen un hormiguero en el cielo urbano. Los estorninos levantan el vuelo asustados por el silbido de los trenes. Las vibraciones de los raíles remueven las raíces de los árboles. Podría subirme a esos árboles y volar con ellos. Podría, pero no puedo. Me gustaría ser ese verbo. Paula Bonet. Ja no t`estime
Ahí están los árboles, bajo el cielo del verano. Por favor, no los queméis. No sobrevivirán, dijeron ellos. Pero son tan necesarios para la tierra, para la vida. ¡Bah! , nada ni nadie es imprescindible, y los quemaron. Desde entonces, en mi cuerpo solo habita la ceniza. Creo que la imagen es de Virginia Piñón
Esa mañana la ciudad lucía cálida, parecían estas ramblas sumisas, huecas. El andén se pierde con tu mejor sonrisa, te alejabas. Desando sola la ciudad callada. Vuelvo a la casa de vidrieras rojas. Amontoné sobre el mantel los besos desperdigados con sabor muy dulce. Aproximé dos copas sobre el lino de vidrio verde y degusté el ahora. Había vuelto sigilosa, ajena al transcurrir de las fachadas ocre. Con humildad deshice mi presente, sin porvenir, matando las promesas.
Palabras, ¿Quién dijo que no sirven para nada? Son tan poderosas que anulan todas la variedades de rosales de esa galería en la que los sentimientos germinan como fresas en invernadero. Tu dicha duerme conmigo muy cerca siempre a mi lado, nunca por encima ni por debajo,en el piso superior de mi alma desordenada como inquilino nunca como propietario. Sé que una parte del mundo que vemos es solo una ilusión. No puedo ver toda la verdad que yace ante nuestros ojos pero puedo mirar dentro de ti mientrasel viento silba tu melodía y se lleva consigo la hostilidad contra el mundo. Patricia Ruivo
Volverse árbol para sujetarse a la tierra, también ardilla para recorrer montes y vaguadas espantando la soledad saltando entre troncos. El sol borda los ventanales, le saca brillo a las baldosas a puntapiés, con esa inercia mi le naria a la que nos tiene acostumbrados. Hace tiempo que los días se ajusten a tu mano como un guante como versos que se cuelan en la maleta y no pesan. Laiguana 2002
La maldad solo la soporto en pequeñas dosis como los días grises, inevitables ocupando las aceras con sus gotas de lluvia, deslizándose por los coches como si fueran alondras. Paula Bonet
El autobús matutino se mueve como un cien pies lleno de luces, se zambulle en las últimas sombras de la noche en su viaje hacia alguna parte. Para que no me pesen las penas las meto en la mochila mientras me diluyo en la tibia luz violeta de una noche que se aleja con todas las hojas de los árboles, todavía se mantienen en pie a pesar del viento y del invierno.
Me he despertado como un pájaro en el alambre. Observo como el viento balancea la palmera. Al rato, cambio el alambre por la antena de cualquier tejado, ese que me aleja de las noticias, del parlamento y me acerca a los que sueñan Las Mil y una Noches. La vida continúa con sus malos presagios con este sol otoñal que me tira los dados, aunque nada sabe de fechorías ni de jornadas draconianas de 11 horas de trabajo. Cuando no puedo mas me voy a dormir sin soñar. Fernando Vicente
Realmente, ¿Somos capaces de ponernos en el lugar del otro? Yo creo que no. Dicen que cuando sabes las respuestas mejor no preguntar. Edna O’Brien me susurra al oído: “¡Qué perra es la vida! La felicidad aparece con cuentagotas, la desesperación a toneladas”. Alejandra Aguado
Cada verano vuelvo a nuestro pequeño paraíso donde no cabe la mezquindad ni las personas malvadas. Me balanceo en la hamaca colgada entre los árboles. El cielo puede ser azul o verde oscuro, depende de los pinos. A veces la brisa mueve sus hojas de aguja mientras echamos de menos que no caiga una sola gota del cielo porque las nubes pasan una a una sin detenerse. Al atardecer, el sol se deja caer por las montañas y entonces la vida parece tan simple como cuando la lluvia y el viento mueven las ramas. El verano pasó. Sé que no podemos aferrarnos al tiempo aunque lo atemos a la muñeca y lo atrasemos.
Último fragmento ¿Y conseguiste lo que querías en esta vida? Lo conseguí. ¿Y qué querías? Considerarme amado, sentirme amado sobre la tierra. Mira R.Carver me gustas mucho pero hoy es uno de esos días (festivos)que metería el amor en la lavadora para que centrifugara a 1000 revoluciones por segundo, luego llenaría el depósito de gasolina y me iría lo mas lejos posible para que no me alcanzara.
Hace tiempo que solo escucho mi voz, un zumbido de abejas en extinción me visita regularmente aunque la música no deja de sonar en este año que amenaza con tener cuatro inviernos. De repente, me entran ganas de liarme a pedradas con el mar hasta llenar de arena todas sus perlas. Un gusano se escurre por mi cuerpo como el caracol se desliza por el verde de las hojas, mientras no dejo de añorar las cenizas, el mejor lugar para guardar los silencios, también añoro al nómada que hay en mí, ese que siempre se va sin mirar atrás. Long Shadows de Eugenia Kyriakopoulou
Dibujo realizado por Adonis en 2013. No sé de donde viene esta indiferencia acumulada en el enjambre de los días. No sé si me espanta el mundo más de lo que me asombra. No sé si mis plantas me escuchan cuando les hablo. No sé si me basto a mi misma porque dejé de añorarte o al revés. No sé la manera de hacer una montaña con un grano de arena. No sé si cambia el paisaje como cambian los muebles de sitio. No sé lo que maquinan los relojes con péndulo. No sé quien inventó los colores ni la impotencia de este no saber.
A las nueve y media tu silueta se dibuja en la pared. Se diluyen las sombras cuando los pies desnudos pisan la alfombra. Me dirijo veloz hacia la meta de tu espalda, mientras mis manos moldean el palpitar de tu envés. Contenemos la respiración evitando que la muerte nos capture en un instante. Instante fugaz para resbalar con nuestro sudor hacia el deseo de lo innombrable. Howard Schtz