Bichos escondidos en rincones, en ramajes... bichos de colores u oscuros personajes. Extraños individuos deslumbrados, ignorantes de cielos, esclavizados, dormitando en el día y apareciendo en la noche en los porches iluminados, en jardines y en patios. Bichos agolpados, enloquecidos de inconsciencia; seres porfiados, usurpadores del aire, ensayando sus insólitas danzas sin sentido, en remolinos inciertos, emborrachados de estío, revoloteando, encasillados, enceguecidos... ¡como embelesados de luz! Inspirado en la obra "Bichos", trabajo plástico, técnica Mixta, de la artista Sra. Rosa Alicia Arencibia.
Como si fuera una muda roca o una mirada absorta embelesada de lejanía, así, el tiempo, parece, a veces, que no pasa... que se queda detenido en tus oscuros ojos asombrados, en tus silencios profundos rebalsados de misterios o en el sosegado y tibio refugio de tus manos. "El tiempo"... uno de los 56 poemas cortos que publiqué en mi poemario "Cuencos en la arena" (Ebook), por medio de Ediciones Lilium, Buenos Aires, Argentina. Disponible en Bajalibros.com
Amalgama misteriosa; los sentidos fundidos en celestial elixir. Conexión en sintonía de maravilloso engarce, tus ojos y los míos, en singular enlace, se unen temblorosos por un instante eterno... ¡como en vertiginoso revuelo de mil alondras de fuego!
Escapan, en bandada, los pensamientos. En estampida revoltosa parten hacia el erial incendiado de sol de tus ojos lejanos, ya sin huellas de las canciones veraniegas de los grillos. En el ocaso, un grito ahogado se apodera de tu nombre. Y, en un monótono paisaje de tristeza y sombras, lo disemina.
Vigía tenaz, enraizado, implacable frente al horizonte. Explosión de sol aún en la borrasca; domador de tormentas y de rachas. Timonel de oleajes y bajeles tripulados por los silbidos navieros de los vientos. Tus alas de luz rozan los confines del universo señalando, temblorosas, el camino. Eres portentoso cielo por encima de todas las tempestades; fiel adorador de cirros y celajes. Eres candela y pájaro surcando el ocaso adormecido...
Hola! Transcribo una Columna de Diario El País que me pareció bella e interesante: "El arte es algo tan esencial y natural como el oxígeno. Braque dijo: "El arte es una herida hecha luz". Y, en efecto, qué vamos a hacer con las innumerables heridas de la vida sino intentar convertirlas en luz para que no nos destruyan. También es arte colocar bellamente una flor en un vaso, y que su humilde contemplación apacigüe tu día. Respeto a todo creador que necesite perentoriamente hacer lo que hace, me gusten sus obras o no. "Si no fuera por el arte, yo me habría quitado la vida hace mucho tiempo", confiesa la genial artista japonesa Yayoi Kusama, que vive desde hace décadas, por su propia voluntad, en un psiquiátrico. O, como decía Clarice Lispector: "Escribo como si fuera a salvar la vida de alguien. Probablemente, mi propia vida". Exacto. Por eso leemos, y escuchamos música, y vemos cuadros. Ahí estamos todos. Viva el arte." Rosa Montero. Diario El País, octubre de 2025.
Asusta el silencio, soberano entre paredes blancas; estático espectro usurpador de los poros de desprevenida piel. Candado que cierra gargantas mudas de espanto. Autómata de rostro de hielo y manos de arena, deja escapar, en oleadas, los recuerdos. Lo espían los inviernos a través de los cristales y las primaveras preservan a los pájaros cuando abren, con sus cánticos, las madrugadas. Rey de amargo rictus que pretende el mundo. El xilofón de la lluvia lo derrotará con su embrujo y el fuego, vencedor de tantos fríos, sonrojará con su cortejo a las paredes blancas.
Imaginemos cuencos, concavidades, receptáculos... que acunen nostalgias, amores, ilusiones, desengaños, inexplicables soledades. Cuencos que custodien historias, que atesoren remembranzas, que alberguen la vida. Cuencos... como los que modela la lluvia en la arena. Ahora, imaginemos que cada una de las obras de este libro es cuenco - continente de un cúmulo de experiencias, emociones y sentimientos; que cada poema es pura ala desplegada; que es gota de esa lluvia capaz de adentrarse en lo más íntimo de la existencia, y convertirse en luz y sombra, grito, llanto, risa, olvido, y también, silencio. Y que así, "Cuencos en la arena" se convierta en lo que es su pretensión, su objetivo: ser transmisor y generador de vivencias, y enriquecer al lector en su capacidad de emocionarse y, por qué no, de sentirse identificado. La autora. Y aquí, el poema del cual tomé el título para el libro: Cuencos en la arena Agotado litoral de arena blanca y fina... el agua lo roza latido tras latido para devolverle un poco de existencia. Una brisa, desamorada y fría, diseña las asperezas del invierno. El tiempo se estremece de soledad absurda en las palmas de mis manos, en la presencia de nidos olvidados, en la desazón y el hartazgo de un alma que ya no entiende la tristeza, que trata de reconocerse en espejos sombríos para limpiar las heridas aún abiertas. Ni una sola golondrina cruza ese cielo agrisado por la pena. Duele la piel que no cicatriza, que no quiere recordar ni arrebujarse, de nuevo, entre sábanas gélidas como esa brisa que la perfora. En la arena, increíbles cuencos se inauguran con los primeros cristales afilados de la lluvia. Pero no serán suficientes para albergar el aluvión de angustias que me abruma.
Comparto mi nueva alegría; acabo de publicar mi tercer libro, de la mano de Editorial Lilium, Buenos Aires, Argentina. Se titula "Cuencos en la arena", título tomado de una de mis obras que, por supuesto, está incluida en el libro, y que transcribiré en otra oportunidad. "Cuencos en la arena" es un poemario compuesto por 56 poemas cortos, publicado como Ebook, que se puede leer en cualquier dispositivo. En este momento, se encuentra a disposición en Bajalibros.com. Se puede buscar entrando a la página de dicha tienda, colocando mi nombre y apellido (Zulma Martínez) o el título del libro. Más adelante, compartiré también el texto que coloqué en la Introducción del Poemario. Hasta la próxima...
Me niego a la rosa por temor a las espinas. Me niego al calor de esa mano extendida. Me niego a esos ojos, a esa voz, a esa sonrisa. Me niego a latir, a sentir... ¿por no sufrir? Me niego... me niego. Y de tanto negarme ya no vivo ni camino ni respiro.
(Rima JOTABE) Nada más queda, desde este momento, en los recodos de mi pensamiento, atesoro la llave de esa puerta, gris cancerbera de una ilusión muerta; cruel y fatal herida siempre abierta. Bajo un candente sol, isla desierta. De mi triste alma, el frío se adivina y esa gélida angustia no culmina. Sólo puedo decirte... que lo siento; ya no hay calor en mi mirada yerta ni arrullos en la brisa vespertina.
(Prosa poética) Debo entender que todo es efímero. Lo son los castillos que la lluvia diseña en mis ventanas, a los que abandona cuando, aliada con el viento, decide apropiarse de mis miedos y esparcirlos en otro lugar. También lo es la noche con su cielo de diamantes, y el nocturno astro que, de pronto, se deshace en pedrerías y lentejuelas en ese lago fatal donde naufragan los sueños. Fueron efímeras, para mí, sus manos, en el momento en que las perdí para siempre aquella madrugada junto a su voz última, apagada y suplicante. Y es efímera la vida que, en un instante, se pulveriza por correr despavorida al compás enloquecido de las horas.
Y ese reguero de silencio que hiende, punzante, las interminables semanas con sus arcas rebosantes de vacío y olvido. Y la búsqueda inútil, el hastío, la desolación. Y la esperanza del milagro de un llamado. Y el ruido infernal de esa avenida destrozado en las aristas de los recuerdos. Y la noche hecha añicos en el titubeante temblor de plumas de unos pájaros amanecidos. Y ese fantasma... Ese espantajo de manos de humo vestigio de un incendio que, en realidad, nunca existió. Y las promesas... y la partida ¡Y el beso del adiós!
Rememoro ese instante supremo; tus ojos aferrados a los míos... ¡designios del destino! Evoco la lluvia inventando burbujas en las calzadas paralizadas de silencio. El ruido infernal revivo, del mar embravecido hiriendo las rocas con sus espasmos de agua. Y nosotros... sentados detrás de una vidriera, fantaseando ilusiones y quimeras aromadas de café y tostadas.
Como si fuera una quieta roca o una mirada absorta embelesada de lejanía, así el tiempo parece a veces que no pasa que se queda detenido en tus ojos asombrados en tus silencios rebalsados de misterios o en el sosegado y tibio refugio de tus manos.