AbyecciÓn

ABYECCIÓN

Mujer si yo te adoro
y anhelo de tus besos
los dulces embelesos,
el roce engañador;
si acepto tus ofrendas
bordadas de mentiras,
y creo, si suspiras,
que lo haces por amor;

Mujer si ante tus plantas
sumiso reverencio
tu desdén, tu silencio,
tu gesto abrumador;
si sufro de tus burlas
la equívoca sonrisa,
y trueco luego en risa
la mueca del dolor;

Mujer si yo me arrastro
y corro con torpeza
en pos de tu belleza,
en pos de tu esplendor;
si dejé mis montañas,
mis huertos, mis collados,
mis valles y mis prados,
mi choza de pastor;

Si se que eres tan sólo
un áspid entre flores,
y acepto tus favores
en mengua de mi honor;
si dejo de ser hombre,
es porque hay cataclismos
que sólo en los abismos
sepultan su fragor.

Rodabas por el mundo
vendiendo tu cariño,
cuando encontraste un niño
amante y soñador,
y como el lodo mancha
del lirio la blancura,
manchaste la hermosura
de su inocencia en flor.

Bebió confiado el niño
ansioso hasta el exceso,
mezclado con tu beso
el filtro engañador;
el niño se hizo hombre,
pero jamás ya pudo
desatar ese nudo
que lo ato a tu impudor.

Te adoro y te maldigo,
te quiero y te detesto;
quisiera con un gesto
altivo de furor,
hundir en el misterio
de los profundos mares,
unido a mis pesares,
tu corazón traidor.

Atado a tus hechizos
cual reo a su cadena,
arrastro por la arena
mi mancillado honor.
Esclavo de tus vicios
y ya sin esperanza
de conseguir venganza,
me envuelvo en mi dolor.
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adolfo vilatte lavigne