Aguijón

Un día vino a sondearme el silencio:
"anestesia a los pájaros del temblor,
córtales las gargantas
e injerta en ellas algún lirio
de paz, un pensamiento
efervescente
o el cadáver mutilado de un poema,
y deja ya de sangrar
las amapolas".
No puedo vivir
sin la caricia de su aguijón.
Sin esa ortiga salvaje que atraviesa
de luna a luna
el cuerpo opaco del misterio.

Tal vez alguien comprenda...
alguien aguarde al al otro lado de mis túneles.
Escarbe con su mirada
honda cada pasaje agónico, cada región
de llanto.
Tal vez cicatricen sus heridas en la pureza de mi barro
ensangrentado
y su limo fértil aminore el cauce del cansancio
o bien haya respuestas que sean vapor
de ausencias
y se alimenten de preguntas incendiarias,
o cenizas de sal que reverberan al tacto febril
de la palabra.

Tal vez yo me alimente tan solo de mi búsqueda
y sea también
pasto del hambre de quien sabe
despeinar las hojas del silencio
y doparse con el pan
de una promesa.

 

"Tal vez yo me alimente tan solo de mi búsqueda
y sea también
pasto del hambre de quien sabe
despeinar las hojas del silencio
y doparse con el pan
de una promesa."

Qué bueno, Marla, sobre todo el cierre.
Qué rico sabe el café con arte.
Un abrazo

 

Muchas gracias, Rosario. Me alegra de verdad que hayas degustado este sencillo poema. Un abrazo para ti.

 

Qué gustazo de poema, no tiene desperdicio, una delicia en su totalidad!!

Felicidades y gracias por el deleite

Palmira