Amores fundidos.

La amo, por su veteranía.
Cuánta paciencia tiene.
Y no se enfría.
Me mira a los ojos, y continúa explicándonos el poema. No se detiene.


Somos un círculo de amigos.


Me piden que lea en voz alta. Procuraré no emocionarme.
Por ella, iré a donde haga falta.
Hoy tocaba Ítaca, de Ulises. También, llamado Odiseo.
El resto de nosotros, Luises que estudian la música: El Solfeo.


Ulises y Penélope. Magdalenas La Bella Easo. ¿ Me caso, o no me caso ?


Dulcemente, como una merienda, la muchacha nos defiende.
Tiernamente nos acompaña, como el autor a la obra.
Las palabras sobran, y guardo silencio. Atiendo a mis semejantes.
Nos une una inteligencia guardada en el cajón de la mesita de noche.





Y no bostezamos, pero sí sonreímos. Protestamos porque otros no saben, que sí servimos.


Atenuamos las maldades de este mundo.
Como los niños Indigo, que entienden de vibración acústica y mental.
De lo vasto ( el pecho ), a la cabeza ( lo profundo ).
Y no me arrepiento por los retrasos. Y por la fusión constante, en cada Momento.


Ya que cada Momento es muy extenso. ¿ Por qué voy a elegir, sentirme mal ?

 

Cuando se ama el amor fluye, nadie lo pide, nadie lo busca, solo llega, y puede que nos casemos mil veces cuando amamos, me gusto leerlo poeta, lo veo muy romántico y enamorado, y obvio no puede sentirse mal por eso, saludos

 

¡ Gracias, Lunah !
Yo te veo a ti, encantadora.
¿ Cómo no ? ¿ Tienes un número de teléfono ?
Te llamaría, y pensarías: ¿ Quién será ?
Un hombre muy, muy lejano...
Que viene a verme, a través de sus palabras.
Quedarías rendida, por el torrente de pensamientos.
Yo te hablaría de la Creación, manifestación o latido. El Universo.
Y colgarías, sin despedirte. Tuut, tuut. Tuut, tuut. Je, je, je.
Hoy en día, los teléfonos móviles no hacen Tuut, tuut.
Echo de menos esas cabinas telefónicas.