Ante nadie.

De ciclos repetidos
me levanto,
voy...una antorcha que se consume,
en estrellas de cielo azul.

Las noches enmascaran
presencias de tenue luz
esencia de alcanfor.

Los muebles derruidos
los besos en la encimera.

Las gaviotas su plumaje
berrean en el tejado
cómo un ganado
su procreación,
ante un universo que nos ignora..

Y la música condiciona sentimientos
ante el ser tan vulnerable.

No me hables,
no estoy para nadie
huecos de entresijos
virtudes en rocas,
mocos y sonajeros
de niño.

 

Ayyy dejo en un silencio sin que me note, un abrazo fraterno a sus hermosas letras.

 

Otro abrazo para ti, preciosa Guadalupe, dama de la sombrilla lluviosa.

 

El Cosmos no nos ignora, sino que nosotros pululamos por él, en apariencia, sin ser notados.
Pero ésa es sólo una impresión, dado que el firmamento está vivo.
De hecho, el Universo es como un hombre.
Ahora bien, no suele intervenir para zanjar disputas.
Porque la evolución es motivo de Gozo, y dicho avance lo hará cada cuál.


Así que hay una responsabilidad, en todos los que pululan por el Universo.


Una responsabilidad de auparlo.
De elevarlo, musicalmente.
Y que recorra ocho notas musicales, entre Big Bang y Big Crunch.
Así, la Felicidad de las plantas, los animales, los minerales, los bosques, los mares y ríos...


La Felicidad de una niña, o de una mujer...


Eso ayuda a que se eleve todo.
Y esa Felicidad, podemos proporcionarla.
Podemos manifestarla.
Podemos atraparla en nuestras manos.


¿ Cómo ?


De muy diversos modos. Por ejemplo: Un concierto de piano.