Araguaney

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(...A todos los árboles jodidos y olvidados de este mundo)​

Floreciste hoy cuatro de febrero, joven árbol
amarillo como un sol
más amarillo
pollito de gallina;
más amarillo aún:
delirio hecho pintura de Van Gogh.
(el vehículo ronca una canción que asesina)

Eres bandera.
triunfo de la vida renovada
resiliente a todos los olvidos abandonos
que te dimos
(Vehículo marca el ritmo indolente, mortecino, maldormido
de las gentes)
(apilonadas, jodidas, alienadas, tantas...
adefesios de vidas)

Y tú ahí siempre-siempre
con ansia de trigal
cepa invulnerable -como un héroe-
altivez del verano hecha glorias amarillas
(chorros de vehículo veneno y mente
colectiva indiferente)

Pero tú, todo amarillo
Pollito de pollito,
más aún:
diadema de la luz,
domingo en la mañana,
poema de Van Gogh.
(Un vehículo, )



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César el loco y Araguaney mirando hacia mi ventana, febrero 04, 2021.



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PD: Vehículo, vehículo, vehículo, vehículo, vehículo...




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Un árbol no es un árbol; un árbol es un puente que lleva al cielo. Hace mucho, una noche de ya entrado el verano sentí como cantaban y mi respiración tenia el mismo ritmo que el viento que los movía y me creí una antena que podía captar las violaciones del mundo. Talvez yo estaba loco. No lo sé. Pero aun hoy, cuando la vida moderna me lo permite trato de ver como respiran y cantan los árboles. Muy buen poema Poeta.

 

Ese día iba para el trabajo a bordo de un autobusete viejo, incómodo, atestado de pasajeros a pesar de la pandemia. Iba, por suerte, en la ventana. Y ahí estaba el pobre arbolito florecido de amarillo... soportando el humo de cuarenta mil y mil vehículos llenos de gentes semidormidas, ajenas a todo.

Sí, hermano, los árboles cantan. Qué bueno que alguien los escucha. No le pares un cuerno a si estabas o estás loco. Loca está esta humanidad que envenena árboles y osos y hasta gatos y mariposas (hace ya más de un año que no veo llegar una abeja a mi casa, por más que hay plantas con flores) sin que nada le importe.

Te agradezco inmensamente que hayas estado aquí, mi compa. Recibe un abrazo. Hasta pronto.

 

Yo quiero agradecerte a ti, como le agradezco también a Gustavo, el haber tenido la paciencia de leer el poema aunque esté escrito en esas letras amarillas de tan difícil visibilidad. Es que quería que el poema fuese muy amrillo. Me habría gustado colocarlo sobre un fondo oscuro (como era el aire a cada momento debido al humo que los pesados vehículos arrojaban sobre el pobre arbolito) pero no supe cómo hacerlo, tal vez se pueda, no sé.

Y a ti en lo particular, Alma de Lobezna, te agradezco encomiablemente tu compañía a pesar de mis manías de cisne viejo, tonto y escaldado. Eres una mujer fantástica. Que la vida siempre te dé motivos de felicidad y mucho, mucho verso.

 

La mirada de tu alma sensible y apostando un milagro. Una belleza este poema!!!, grito de impotencia ante un contraste malherido, Y él, tan genuinamente bondadoso muestra su mejor color. La naturaleza asombrándonos y brotando, se hace camino y encuentra la grieta entre el cemento, mandándonos su tremendo mensaje.

Felicitaciones Julio César por esta gema poética de incalculable valor!!!

Un abrazo!
Camelia

PD: esperanza....vehículo, vehículo, vehículo, vehículo, vehículo, ...

 

Me provocaba bajarme del carro y abrazarlo... y leerle poemas ¡Qué iba a importar si me decían loco!

Gracias por tu hermosa esperanza. Debe crecer la consciencia colectiva para que decrezcan nuestros daños y nuestra indiferencia.

¿Sabes? Quisiera ver algún día las alamedas de Santiago, como he visto las avenidas de Caracas sangradas de apamates, acacias y araguaneyes. Los bolivianos tienen razón, Camelia: La madre tierra tiene que tener derechos.

 

Tal muestra de color y bondad provocan ese impulso para dar muestras de gratitud, es bello lo que dices Julio César.

Y espero tengas la oportunidad, pero no sólo de ver la alameda, que también se parece a ciertos lugares de Caracas, hay bellezas que bien vale la pena visitar, aunque sobre todas, la humanidad tiene huella y consecuencias.

Gracias por la devolución y tu calidez que me llega con tus palabras.

Un abrazo y un feliz domingo
Camelia

 

Dondequiera que esté un venezolano, una venezolana, habrá calidez, Camelia. Somos gente de sol. En algunos países nos llaman "llanerxs". Tal vez lo seamos sin darnos cuenta. Yo sé que Santiago está mejor alumbrada y es un poco más cordial, cálida y humana, ahora que tú estás allá, lo mismo que otrxs venezolanxs. Una vez, en los enormes jardines de la UCV, escuche decir a un artista argentino radicado en nuestro país que Argentina, a su salida de ella, era en blanco y negro, mientras que Venezuela era a todo color... fue un bonito homenaje a nuestra tierra que jamás he olvidado.

¿Me das las gracias? ¡El agradecido soy yo, mujer, por tu presencia, tu tiempo, tu dedicación a un poema como este! Estoy convencido de que algunas personas lo vieron demasiado amarillo y difícil para tomarse el trabajo de leerlo. Pero tú insististe. Es que no conseguí en la paleta de colores que buenamente nos otorga Mundopoesía un amarillo araguaney menos complicado.

Tú insististe. Ni me puedo imaginar cómo agradecer eso. Sigue brillando como un Araguaney, Camelia.

 

Y te vuelvo agradecer!
Por lo que dices, como lo dices y como llega.
Te confieso que ser extranjera, vivir fuera de mi tierra no es nada fácil, sin embargo, Chile, esta tierra buena me ha tratado muy bien y a mis hijos también, y hacemos todo lo posible por conservar nuestras costumbres, desde la arepa hasta la hallaca, y lo mejor Julio César, al chileno le gusta nuestra comida y bueno algunas de las formas como celebramos, tanto da como para las pérdidas de amigos y familiares y su apoyo. Nunca me sentiré igual que en nuestra Venezuela, así que la llevaré hasta que Dios quiera.
Un abrazo grande!!
Y que tengas un hermosa semana.
Camelia

 

¿A quién no le va a gustar lo venezolano? Ya Colón, con todo y que traía los ojos y las garras y el colmillo de un depredador, nos tuvo que llamar "Tierra de Gracia". Estoy seguro de que tiene que ser durísimo dejar nuestra luz ("Venezuela era la luz"... dijo Neruda alguna vez) para irse a vivir a otro lugar. Yo no he tenido arrestos para hacerlo, te lo confieso, aunque ello me esté costando miseria y más miseria. No creo que podría soportar inviernos australes y mucho menos septentrionales; me moriría de frío en los huesos y de tristeza en el alma, como dicen algunos que murió César Vallejo.

Por eso respeto muchísimo a quienes -como tú- lo han hecho. Porque sé que la patria es un gran pedazo del alma. Y sé que la lloran y la sufren, y tratan de mantenerla viva, y de compartirla con otrxs, doquiera que estén. Y al hacer todo eso, la honran como nadie.

Mi admiración y respeto inmensos para ti, Camelia de Venezuela. Compatriota en lejana tierra. Poeta.