Ausencia 4

Vuela la gaita de la casa lejana
a los gorriones del cerezo mecido
y al agua que recoge la curva
de la lona que cubre la piscina.

Picotean avecillas la hilera de yerbas
que sobre la lona de la piscina brotaron.

Las nubes, tras los montes se asoman,
pintan de gris y albo el horizonte.

El humo de la pipa ya no es tabaco,
es nicotina que mancha el horizonte
y vuelve a mis pulmones como alquitrán
sobre un presente de soles amarillos
y flores secas de un jardín que cruje
en la caverna de los ecos de alfileres,
en la hiedra que se enreda en mis ojos,
en las risas que yacen entre piedras
que recorren y cercan cuanto alcanzo.

No existe el silencio si no se olvida.

Nunca existió el silencio,
porque eras gaita y avecilla,
agua y piscina; y las flores,
y el sol entrando a mis pulmones.

Ahora vuelan alfileres y me clavan
a cada lágrima derramada en la yerba,
la yerba seca que cruje entre las piedras,
entre las piedras del comienzo del mundo,
un mundo cubierto por una lona infinita.

Dentro suena el eco de una gaita.
Mientras, moldeo al silencio a mi manera.

 

Muy bueno su tensón sobre la ausencia, una manera creativa con ese silencio que se intenta llevar como se puede. Ausencia que la poesía sabrá limar en resonancia con la música. Saludos

 

Has hecho el prodigio de hacer un poema sobre la ausencia sin nombrarla en ningún momento ¿puedes creer que yo tuve una idea parecida, amigo?; finalmente me salió lo que me salió, pero puedo asegurarte que quise hacer un poema sobre la ausencia con ausencia de la palabra ausencia.

Te ha quedado magnífico y desgarrador este retrato de soledad que nos has dejado aquí.

Gracias por éste poema.

Un abrazo.

 

Una de las virtudes de la poesía, señor Jmacgar, es no nombrar el tema del que se habla, ello lo debe descubrir el lector por las alusiones escritas. No digo que yo sea un virtuoso, es que lo he leído.

Muchas gracias a usted.

Un abrazo.

 

Interesante poema, Vicente. Me ha gustado mucho su aspecto estructural, como pintas diversos ingredientes del paisaje en su primera parte para aunarlos en los últimos versos (esos que empiezan en «Ahora»), que golpean además por ese enganche del uno al otro con la repetición de un sustantivo. ¿Fue Huidobro quizás el que alguna vez dijo que para hablar de la rosa no se la debe mencionar? No recuerdo bien: en cualquier caso, estoy de acuerdo.

abrazo
Jorge

 

Perdón, señor solista, por haberle saltado, no me di cuenta. Muchas gracias por pasar. Un abrazo

 

Pues no lo sé, Jorge, probablemente dijera Huidobro algo así, pero creo que es algo que viene desde siempre. Otra cosa es que algunos lo reflejaran en sus poemas y otros no.

Un abrazo y gracias por pasar.

 

Maese Évano:

Muchas gracias por esta contribución sobre la "ausencia"
donde precisamente es la protagonista ausente... jeje!
Ese verso solitario: No existe el silencio si no se olvida...,
me parece, a la vez que sentencioso, harto verídico.
La tensón tiene la particularidad de que lo presentado
sea, aparte de variado, sustancioso en su variedad.
Felicitaciones y un saludo cordial le adjunto.

 

Te dejo aquí el poema de Vicente Huidobro al que hice vaga referencia en mi comentario anterior. Abrazo

Arte poética

1. Que el verso sea como una llave
   Que abra mil puertas.
   Una hoja cae; algo pasa volando;
   Cuanto miren los ojos creado sea,
   Y el alma del oyente quede temblando.
   Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
   El adjetivo, cuando no da vida, mata.
   Estamos en el ciclo de los nervios.
   El músculo cuelga,
   Como recuerdo, en los museos;
   Mas no por eso tenemos menos fuerza:
   El vigor verdadero
   Reside en la cabeza.
   Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
   Hacedla florecer en el poema;
   Sólo para nosotros
   Viven todas las cosas bajo el sol.
   El Poeta es un pequeño Dios.
   

 

Sí, me sonaba haberlo leído, al igual de aquello que decía algo así: Poeta, no describas la lluvia, haz llover, también de Huidobro.


Gracias Jorge, por dejar estos versos que son una llave para versar con belleza y profundidad.

Un abrazo.

 

Muchas gracias a usted, Maese Plumilla. Se le saluda.

 

Mis felicitaciones, Évano, por tan magnífica entrega. Saludos.