Ay compañero

Ay compañero
que dolor profundo llega
que arrebato
que tristeza.

Y sin embargo
¿para qué?
¿Qué confesión es esa
que nada gana ni comienza?

Abrácese las manos con ternura
llegue el delirio de los besos
róbese entre todos
comprensión
para qué haya en toda casa.

Y en el silencio de la noche
sin grillos y sin tapas
en mi colchón bailen gitanillas
si mi insomnio cada día
aún envite a la tristeza.

Ya se irá
que le dejé la puerta abierta.
Juegan a los naipes
la alegría y la paciencia.