Bodhisattva.

Me apodan " El Maquiavelo ", pues soy príncipe de toda Europa.
Me gusta hilvanar recuerdos, y tejer, de memoria, mi ropa.
Pues el recuerdo es un deleite, según el filósofo Séneca.
Pero saber tener poder resulta agotador. Y con la Iglesia me topo.


Discusiones con los caricatos de turno...


Diálogos en el Parlamento, y votos, en las urnas.
El Amor, como la Broma, forma parte de la Creación.
Y concateno episodios de Divina Comedia, y otros, de intensa pasión.
Algunos me profesan adoración.





Pero no soy un yogur natural, con mermelada de arándanos.


Desgraciadamente, domino las estalactitas, estalagmitas, carámbanos y repámpanos.
Vivo en las cuevas subterráneas, y conozco a la virgen de las Nieves.
Procuro el bienestar del Bodhisattva. Su número es el 9.
Pues así son los santos del budismo. Se ponen manos a la obra.





Tras la contemplación y el absentismo escolar, regresan al colegio y medran. Ayudan.


Ésa es la verdadera intención de El Buddha.
Descenso al pueblo llano.
Aristócrata, el origen...
Como quien canta, al mismo tiempo que toca el piano.