Cacería

Mosquitos de ojos saltones
tragados por sapos glotones.
Dinosaurios y galápagos chillones.
Hielos perpetuos en los corazones.

Reyes sin corona, de cacería perpetua.
Zoológicos reales, dirigidos por ineptos.
Animales extraños, colección
de libertad cercenada, casi muertos.

Descubriendo valores ocultos,
conociendo especies en extinción,
sosegando la mala fe y dando amor
llega a ceder la escopeta el inculto.

Entre lirios hediondos, obsoletos,
vi tu alma descansando, hedionda,
la dejé allí para que viera “per se”
hundirse lo que grande fue otrora.

No hay oportunidad para el exhausto.
No hay perdón para el oprimido.
No hay lugar al desencanto.
Para el que cayó en el olvido.

Deja las especies protegidas.
Deja las no protegidas también.
Deja de trocearles la piel
y que disfruten de su vida.

 

Algo desencantado alegato, estimado Antonio, en favor de los animales que son cazados indiscriminadamente, para placer de algunos excentricos de la cacería, que afortunadamente cada vez son menos, como desafortunadamente, también los animales...
Un saludo cordial,
edelabarra

 

La verdad es que me fue surgiendo, no pensaba escribir sobre esto, pero ya que salió, sí. Es una pena lo de cazar por deporte, a no ser que el equilibrio ecológico lo haga necesario, siempre auspiciado por las autoridades que se ocupan del asunto.
Un abrazo.