Casamiento.

Tienes la sartén por el mango,
y llevas los pantalones, en esta casa.
Ascendiste en la jerarquía militar, y ostentas otro rango.
Pero mis pecados son hoy, tábula rassa.


Ya, no hay Purgatorio, porque somos transparentes.





En la pirámide social, en la que caben fauna y flora, reino mineral y un montón de gente.
Ahora, nos movemos con más brío e ímpetu; somos dichosos.
Nadamos en el torrente de aguas turbulentas y procelosas,
sin ahogarnos en el intento. Porque latimos; somos corazones creadores.


Nos adueñamos del turrón, los mantecaos y los alfajores. Siempre, Navidad, ¡ Por fin !


¡ Lo conseguimos ! ¿ Vamos a esquiar, a las cimas de las montañas nevadas ?
Nos columpiamos en el balancín. Un día, mando yo, y así, alternativamente...
Otro día, mandas tú, y no te enfadas. Es lo más prudente.
Oros, copas, bastos y espadas.


Robot y radar. Duende y robot. Walkie-Talkie y soldado. ¡ Pareja !

 

¡GENIAL! eres un sabio profeta Nommo.
¿Ya te casaste o estas ensayando una filosofía sobre el matrimonio?

 

Yo tuve la oportunidad de casarme, pero no tenía un oficio. Así, pues, mi novia me abandonó. Además, habíamos luchado, largo tiempo. Porque mi mente, yo quería desarrollarla, precisamente para convertirme en profeta, que es lo que hoy, gozo. Y lo disfruto. Ella estaba más por la labor de procrear, que de crear. O sea, ella quiere tener una familia. Lo mío es sutil, y a veces, femenino. No me soportaba y se fue, con otro, supongo, mejor. Un hombre de verdad. Yo soy demasiado virtual. Gracias por elevar mi autoestima, amiga.