Casi divinos.

Ahí estás, resolviendo tus problemas.
Existimos, y la vida no tiene frenos.
Caminamos, como el río que va hacia el Mar.
A veces, las circunstancias imprimen honda huella en el fuero interno.


Reflejamos la soltura de los dedos, a los mandos del piano universal.


El oído musical, bien abierto. La destreza de una voz bien educada.
La mayúscula inicial de un nombre propio y unos apellidos.
La potencia de una nación joven y principesca.
Pero somos derrotados, una vez más.


Y notamos la presión mundial, sobre nuestras heridas.


Puesto que hay mucha presión, en cada mundo.
Se hace patente, a veces, por minutos y por segundos.
Trago saliva. Voy en mi embarcación de recreo, a la deriva.
He de remar para regresar a tierra. ¡ Tierra a la vista !


Nadie me sigue, porque todos van sencillamente, como pueden.