Como ella

Dignidad en el soplo del viento,
admiramos la aspereza del aire,
lúdicos paisajes
que engañan a la memoria,
elegimos sin voluntad
las cartas de un destino
que baraja fatigada su hoz,

esperamos por lo inevitable,
bailando inconscientes,
entre un alarde de cobardía,

somos desastre y creación,
de una destrucción aparente,
constante,

aún no deja de latir la guerra,

candente cada ataúd,
para que el alma trascienda,
nos observamos impotentes,
sabiendo
que no se puede domar la marea,

triste rebaño mortal,

solo nos queda
hacer nido de nuestras desgracias,
intentar domar las dificultades,
contar cada día,
recordar cada herida,
y así tener un recuerdo innombrable,

imborrable dolor,

llegado el día
le exclamaremos a la muerte,
y ella no nos observará, vacía,

pero se reflejará mi huida en sus cuencas,

siempre se apreciará muerta,
como la vida misma.