Como hojas-.

Así, como en un reguero seco,

tu cuerpo, y también, tu carne.

Tan macilentos

que desnudan inquebrantables

sus huesos talados, sus membranas

secas.

Así, como en un cauce seco,

cuyo vigor perdió fuerza a la llegada

del verano, así, tus dedos apretados.

Y algo interno, que se va despojando

de tanto absurdo artificio y donde reina

sólo, el reino de la risa-.





(En este pedestal, tan inerte y quieto,

se tambalean todavía, hojas tristes

de pleno desierto. Hojarascas mustias,

terminadas de goces completos, carnes

apretadas de pequeños placeres interrumpidos.

La delgada línea del vientre, ayer marcada

por altibajos recurrentes, hoy, es

propiedad de una divinidad sucia y perezosa.

Lentitud propia de quien mirara con otra cara

la sociedad entera y regresara en invierno

a la altitud soñada).





©

 

Alucinante, mi estimado Ben, vaya forma de describir a ese ser que comparte sus horas de esparcimiento sensual.
Una extraña forma muy... pero muy gótica... de relatarnos ciertas intimidades, y sobre todo con poesía.. a niveles increíbles...
Desde ese punto de vista... está muy elaborado el poema... Buenísimo....
Como siempre, te saluda:

 

Hermosas imágenes nos regala tu pluma poeta, nostálgicas pero bellas en su decir, un placer poder llegar hasta tu espacio Ben.

Cariños desde mi mar sureño.

¡Felices días poeta!

 

Gracias Ivan, en realidad no iba por ahí, pero bien, un abrazo!!

 

Muchas gracias amiga, un abrazo extenso!!